1.

481 46 8
                                    

Mi primer beso fue con doce años y fue una de las experiencias menos agradables de mi vida. Se que pensareis que hay muy poca gente que recuerde con amor la primera vez que beso a alguien, pero os aseguro que esta es mucho peor. En primer lugar yo ni siquiera quería dar mi primer beso, bueno no, eso es una mentira, si quería darlo, pero no así. Preferiría que no hubiese sido en un juego, no me considero una persona demasiado romántica, de hecho tampoco pedía mucho, con que no hubiesen habido ocho cafres alrededor que solo querían reírse a mi costa me valía. Bueno, no, no solo me hubiese valido con eso, también con que mi primer beso hubiese sido con una chica en lugar de con Baji, mi mejor amigo. No es que Baji me diese asco, de hecho de los que había allí era quizá el que más atractivo me parecía, tampoco es que Baji me parezca atractivo, pero uno tiene ojos y Baji no solo era guapo en ese entonces, sino que ahora lo es mucho más, no solo lo digo yo, también los dicen las decenas de chicas que le entran cada día en el trabajo. Pero no he venido a hablar de Baji, ni de su éxito con las chicas, ni de si ahora es un chico atractivo o no, no, he venido a hablar de mi primer beso, de lo desagradable que fue y de lo mucho que me arrepiento.  No solo fue el cuando, el donde y con quien, el punto decisivo fue el cómo, porque vamos a ser sinceros, nadie con doce años besa bien,  pero Baji fue nefasto. Primero nuestros dientes chocaron, lo cual ya fue bastante raro, luego no se en que clase de película o libros se inspiraría pero empezó a mover los labios como si fuera un pez al que habían sacado del agua y cuando intenté redirigir el beso, porque todos sus movimientos me estaban incomodando, pasó a intentar devorarme. Aún me entra repelús al recordar como me dejó la cara llena de babas. Mikey se estuvo riendo de nosotros durante meses, y con razón. 

Kazutora, hazte así, - me decía frotándose  cerca de la oreja. – creo que aún te quedan un poco de babas de Baji.   

A mi amigo parecía no importarle en ese entonces, al igual que no le importaba ahora. Lo cierto es que la historia había perdido importancia con el tiempo y solíamos reírnos de ella, tampoco afectó nuestra amistad, porque al final era solo un juego, ¿no? Pero a pesar de eso, a pesar de que no debería haberle dado más importancia de la que tenía, se la di y durante años  he vivido con autentico miedo de besar a las personas, de hecho nunca me han gustado los besos, supongo que por eso a mis casi veintiseis años no he tenido nunca pareja estable y todo han sido rollo de una noche, al parecer las personas, o al menos con las que yo he estado, no ven demasiado bien que no les quiera besar. Mejor dicho, no ven bien que mis únicos besos sean simplemente un choque de labios. Claramente nunca le he explicado esta historia a ninguna de ellas, porque es una chorrada y porque tampoco quiero que se hagan ideas equivocadas sobre mi, pero eso me lleva al día de hoy; el momento en el que estoy a punto de perder  mi único empleo por culpa de mi fobia a los besos. Pensándolo bien, no creo que sea solamente por eso, igual haberme acostado con la jefa también tenía algo que ver.  No diré que Baji no me advirtió, pero no le hice caso, llevábamos cinco años trabajando en el mismo bar y desde que la hija del jefe tomó el relevo de su padre no había podido quitar mis ojos de ella y, aunque suene creído, también había visto como me miraba. Así que el lunes, cuando nos tocaba cerrar a los dos solos el bar, decidí que era mi momento y moví ficha. Lo hicimos salvajemente sobre la barra, toda una fantasía hecha realidad, al menos para mí, porque ella no se tomó muy bien que no le devolviera el beso cuando acabamos, o al día siguiente cuando nos cruzamos a solas en la sala de descanso,  y llevaba, no solo evitándome, sino también dándome el doble de trabajo y los peores turnos durante todo el resto de la semana.  Cuando le conté a Baji mis intenciones se hartó de reír y me dijo una frase sobre no sé que de no meter pollas en ollas.  No habíamos vuelto a sacar el tema, hasta hoy, cuando después de que la jefa me dijera que  quería hablar conmigo al acabar la jornada le rogase para hacer el descanso juntos.  Así que ahí estaba apoyado contra la pared de ladrillo mientras me miraba aguantándose la risa. 
-Te dije que donde tuvieras la olla no metieras la polla. – negó con la cabeza mientras daba una larga calada a su cigarrillo.
- No se ni que mierdas significa eso
- Que no tengas sexo con lo que te da de comer.
- Genial, no me lo podías haber dicho así hace semanas, ¿verdad? 
-¿Hubiese cambiado algo? Llevabas babeando por ella desde que solo venía a ayudar a su padre. Venga, Tora, los dos sabemos que hubiera pasado tarde o temprano. 
- Si lo dices de esa forma me haces quedar como un acosador o algo así. Ella también quiso, de hecho, estoy seguro de que ella fue la primera en meter la mano en mis pantalones. 
- Tora, calla. Joder, yo voy a seguir trabajando aquí, no quiero imaginarme a la jefa tocándote cada vez que tenga que hablar con ella. Bastante tengo ya con imaginaros a los dos haciéndolo cada vez que tengo que servir algo en la barra. – Baji se estremeció. - ¿Qué vas a hacer? 
- ¿Qué quieres que haga, Kei? Llorarle para que lo olvide y me dé una oportunidad, pero dudo que eso funcione, así que igual me retraso un poco en el pago del alquiler de mes que viene. 
- No, no, de eso nada. Sabes que estoy con los exámenes de mitad de semestre, bastante tengo ya con lo mío como para encima quedarme sin dinero o pelearme con el casero. Si te echan de aquí te buscas otra cosa o me busco yo otro compañero de piso. 

FilemafobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora