13.

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Cuando desperté Chifuyu estaba dándome la espalda, dejándome disfrutar del dulce aroma de su champú, no sé cómo lo hacía pero siempre olía bien. Después de comer helado y hablar un buen rato de todo y nada a la vez, me obligó a quedarme a dormir porque se había hecho tarde, no era tarde, ni siquiera era entrada la madrugada, pero si Chifuyu quería que durmiésemos juntos, ¿Quién era yo para llevarle la contraria? Me giré con cuidado para no despertarle y agarré el móvil que había dejado en la mesita la noche anterior. Eran casi las diez,  no me despertaba tan temprano un domingo nunca, el domingo era para descansar y despertarse tarde, y descansar y hacer el vago con Chifuyu era la mejor combinación, una combinación que hubiese estado a punto de descubrir como se sentía  de no ser por el mensaje que había llegado poco después de tumbarnos en la cama y no había leído hasta ahora, un mensaje de Baji.

"Tora, supongo que dormirás con Chifuyu, anoche cuando os fuisteis pasó algo, cuando puedas llámame o ven a casa, tenemos que hablar de esto."

Tragué saliva y miré a mi lado a Chifuyu, quien dormía aún plácidamente, así que me levanté sin hacer ruido me puse los pantalones que había dejado tirados en el suelo la noche anterior y fui al baño. No tenía ni idea de que podía haber pasado, pero Baji nunca usa las palabras prohibidas, nunca dice tenemos que hablar si no es algo importante y, teniendo en cuenta el enfado de Takemichi con Chifuyu, era muy probable que fuese algo importante. Fui hacía la cocina, desde el primer día que fui a casa de Chifuyu me había dado cuenta de los post it que tenía junto a la nevera y que pegaba por toda la casa para acordarse de las cosas. Busqué un bolígrafo, un lapicero o algo con lo que pudiera escribir y cuando vi el que tenía junto a la televisión una sonrisa se dibujó en mi rostro. Agarré el bolígrafo que estaba adornado con una cabeza de gatito y lo probé en la esquina superior del papel antes de escribir.

"Me he tenido que ir, estabas durmiendo tan a gusto que no te he querido despertar. Dime algo cuando te levantes, te quiero. Tora"

Escribí en modo automático y cuando fui consciente de las dos palabras que había usado pensé en tacharlas, en agarrar otro post it y tirar ese,  quemarlo o comérmelo. Porque una cosa era decirle lo mucho que me gustaba, o las ganas que le tenía, o tener sexo con el, ¡incluso besarle! Pero decirle te quiero era un paso que no se si estábamos preparados para dar. Anduve unos segundos por la cocina y cerré los ojos con fuerza maldiciendo antes de colgar el post it, sin retocarlo, en la nevera con un imán, si mi subconsciente lo había querido decir debía hacerle caso. Busqué mi camisa en el sofá y me la fui abrochando mientras me dirigía de nuevo al cuarto de Chifuyu. Mitsu no había tardado en ocupar mi sitio haciéndose una bolita, rodeé la cama intentando no hacer ruido y le di un beso en la frente rezando para que no se despertara porque si lo hacía conociéndole me diría que comiese algo, vería el post it y tendría que explicar cosas de las que prefería mentalizarme un poco antes. La suerte parecía estar de mi lado hoy. Salí de su casa asegurándome de que la puerta estaba bien cerrada y recorrí a pie el camino hasta mi casa. Por algún motivo el sol pegaba especialmente fuerte esa mañana o yo lo notaba así, paré un momento en el super de debajo de casa para comprar algo de desayuno para los dos y subí, intentando mentalizarme de que clase de conversación estaba a punto de tener con Baji.

Como era de esperar, él aún estaba durmiendo, a juzgar por su mensaje, y su uniforme de trabajo tirado en el comedor, había llegado tarde a casa. Dejé las rosquillas y el café que había comprado sobre la mesa y abrí con furia la puerta del cuarto de Baji, primero porque lo había dejado todo desordenado y sabía la rabia que me daba, pero también porque me había fastidiado mi mañana con Chifuyu. Estuve a punto de gritarle que se levantara pero al abrir la puerta quien estaba en su cuarto no era él sino Senju, quien estaba completamente dormida, destapada y vestida únicamente con una camiseta vieja de él. Cerré la puerta preguntándome donde mierdas podría estar mi compañero de piso cuando escuché la cisterna del baño sonar. Se abrió la puerta y mi mirada se cruzó con la suya, alcé la ceja para empezar una de nuestras conversaciones telepáticas, pero él no parecía tener tiempo para eso.

FilemafobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora