6.

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Evité cruzar demasiadas palabras con Chifuyu en el trabajo. Todo parecía ir bien y de repente un gesto lo había jodido todo, un gesto que ni siquiera había sido voluntario, y todo porque, por primera vez en toda mi vida, no estaba sabiendo separar mis sentimientos de un favor. Acabé mi jornada laboral con un amargo sabor de boca diciéndole un escaso adiós al jefe, quien aún seguía cuadrando la caja. Me monté en la moto y sin pensarlo dos veces fui al sitio donde Baji me había dicho que estaba ahogando las penas por el examen tan malo que había tenido con Mikey. El lugar estaba bastante abarrotado, se notaba a leguas que era un bar universitario porque había demasiadas personas que desprendían la misma vibra que Baji, no tardé en vislumbrar la mesa donde estaban sentados. Mikey iba sin sus estúpidas gafas de sol, algo inusual en él y Baji, bueno Baji ya iba con varias copas de más.

- ¡Tora! – gritó corriendo desde la mesa donde estaban sentados hasta mí para abrazarme. – ¡Me ha ido horrible! ¡Ha sido horrible!

- Oye, tranquilo Kei, solo es un examen, ya lo recuperaras. 

- ¿Me das un beso de consolación? – resoplé mientras le apartaba la cara con la mano. – Ah, a Chifuyu si y a mi no. – ya empezaban las indirectas, ni veinticuatro horas había tardado. – Hablando de Chifuyu, ¿Dónde está?

- Acabando de cuadrar la caja, ¿tenía que venir?

- Os  había dicho a los dos que vinierais, pensaba que lo traerías. – me encogí de hombros porque lo último que quería era tener una charla con Baji sobre porque no me parecía buena pasar más tiempo con Chifuyu. Si el quería venir que viniese, pero yo no sería quien lo trajese. Supongo que entendió que algo había pasado porque su rostro cambió por completo a uno que me gritaba que luego, o más bien mañana, tendríamos una charla sobre el tema. – Bueno, ya llegará, ¿Qué bebes?

- Una cerveza, tengo que conducir luego. – me acerqué a la mesa y choqué la mano con Mikey. - ¿Qué hay? ¿Sin miedo a que te reconozcan?

- Es un bar de la universidad, esta gente no tiene tiempo para ver carreras de motos, – sonrió. – y si lo tienen van lo suficientemente borrachos como para pensar que mi cara solo les suena del campus.

- Lo tienes todo calculado, ¿eh? – sonreí. – Me alegro de verte.

- Lo mismo digo, tigre. Ya me ha contado Baji todo lo del bar y que ahora trabajas con Chifuyu.

- Veo que alguien tiene la lengua floja.

- ¿Cuándo bebe? Mucho, si no que se lo digan a todas las pobres víctimas de sus besos, – bromeó. – o a ti.

Suspiré pero antes de que pudiera decir algo Baji apareció con mi cerveza y un coctel de color ámbar para él, bastante similar al que aún seguía a medias en su lado de la mesa.

- Anda si aún me quedaba, tendré que beberme los dos.

- Este ya me lo bebo yo. – suspiró Mikey agarrando el que estaba a medias sobre la mesa. – ya has bebido suficiente, ¿no crees?

- Vale. – gruñó Baji mientras se sacaba una cajetilla de tabaco del bolsillo. – Pero primero tengo que ir a fumar, Tora, ¿vienes?

Supe que fumar era una táctica, Baji buscaba tener una excusa para hablar conmigo a solas. Miré un segundo a Mikey porque no quería dejarlo solo, pero el me hizo un gesto con la mano para que fuera y sacó el móvil para hacer una llamada, así que acompañé a Baji para que pudiese seguir matándose a si mismo. Salimos esquivando a la gente y a una chica que se puso especialmente pesada para que le diésemos el número de telefono alguno de los dos, aunque estaba claro que sobre todo le interesaba el de mi amigo. Cuando por fin logramos recorrer el camino y salir por la puerta nos alejamos un poco hasta un banco que había en las cercanías. Baji sacó un cigarro y se lo puso en la boca teniendo ciertas dificultades para encendérselo, agarré el encendedor y le eché una mano. El humo invadió todos mis sentidos y sentí yo también necesitaba urgentemente un cigarrillo, o humo, o algo dentro de mi cuerpo que ayudase a calmar un poco mis pensamientos.

FilemafobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora