Un mes, tres semanas y cuatro días, ese era el tiempo que llevaba trabajando en la tienda. Tiempo en el que no solo había estrechado lazos con Chifuyu como nunca pensé que lo haría sino que había aumentado el rendimiento de la tienda en casi un ochenta por ciento. Supongo que sería gracias a la experiencia ganada en el bar, pero había conseguido atraer a un montón de clientas recurrentes y me había aprendido de memoria que solían comprar muchas de ellas. Por ejemplo, la señora Okumura compraba un kilo de pienso de esa marca tan cara para su gata y una caja de latitas cada semana, así que en cuanto la veía entrar por la puerta ya le ayudaba a alcanzar la bolsa de pienso que solíamos tener en el estante de arriba.
- Eres un encanto Kazutora. – me decía siempre con esa voz de mujer mayor. – Ojala mi nieto sea igual de atento que tu cuando crezca.
- Es mi trabajo. – le sonreí. – Por cierto, viene cada semana, ¿no le saldría mejor llevarse una bolsa más grande y así no tendría que venir tan seguido?
- No te preocupes, vivo cerca y esta me es más fácil de subir y manejar, que una ya tiene una edad.
- Porque lo dice usted, ya querrían chicas más jovenes estar como usted.
- ¡Ay Kazutora! – Agitó la mano antes de sacar el monedero de su bolso. – Ponme una de las bolsas de chuches que tienes detrás y cóbrame.
Asentí y cuando le dije el importe me tendió los billetes y una chocolatina.
- ¿Y esto?
- Un detalle, para que cojas un poco de fuerzas.
- Muchas gracias. – respondí devolviéndole el cambio y saliendo del mostrador para aguantarle la puerta. – Es usted un encanto, vuelva pronto.
Cerré la puerta tras ella y crucé la mirada con Chifuyu quien estaba sonriendo mientras negaba con la cabeza.
- ¿Qué pasa?
- Deja de ligar con las clientas. – bromeó.
- No ligo con las clientas, soy amable.
- Seguro, por eso cuando la chica esa de las trenzas llegó esta mañana preguntando por ti no tardaste ni cinco segundos en dejar la caja en el suelo y correr al mostrador.
- Preguntaba por mi, soy educado.
- Claro, no tenía nada que ver que usase como mínimo una copa D, ¿verdad?
- No soy así. – resoplé. – Y tampoco me gustan tan mayores si eso es lo que vas a decir sobre la de ahora.
- Quizá no lo haces voluntariamente, pero coqueteas con ellas.
- Es como soy.
- Oye, no me estoy quejando, sigue haciéndolo si quieres, al negocio le va bien.
- ¿Tú no ligas con ellas?
- No, yo soy amable.
- Venga, ilumíname. – sonreí apoyando el trasero sobre el mostrador. - ¿En que se diferencia?
- En todo. Cuando yo les hablo no estoy constantemente sonriendo ni mirándole a los labios ni acercándome más de la cuenta. No dejo lo que estoy haciendo para bajarles algo sin que me lo pidan ni les acompaño a la puerta con una sonrisa.
- Eso es ser amable. – repliqué. – Además yo no miro los labios ni me acerco más de la cuenta.
Chifuyu pasó por una estantería y me lanzó el rollo de papel que utilizábamos para limpiar, lo agarré al vuelo de milagro.

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Filemafobia
FanfictionTodos recordamos con mayor o menor cariño nuestro primer beso, pero Kazutora lo odia, lo odia porque desde entonces desarrollo un rechazo hacia ellos. Nunca le había dado demasiada importancia hasta que está fobia le hace perder el único trabajo que...