Pasé un brazo por encima de sus hombros mientras le escuchaba sollozar con la cabeza agachada, desde que habíamos salido del dojo sin despedirnos no había dicho ni una palabra, no me había mirado y ni siquiera había alzado la cabeza. Yo no sabía que decir porque, sinceramente, era un idiota en estos temas, no sería la primera vez que decía algo y mandaba todo a la mierda, tampoco sabía que hacer, si seguir caminando, si parar en un banco o que, solo podía pasar el brazo por encima de Chifuyu, para demostrarle que estaba ahí, que no estaba solo y que nunca volvería a estarlo.
- Lo siento. – fue el primero en decir algo, aunque más que decir lo susurró, es más estoy seguro de que si la calle no hubiese estado en absoluto silencio ni lo habría escuchado.
- No tienes nada que sentir.
- Takemichi es imbécil.
- Bueno, - reprimí el impulso de darle la razón porque desde luego lo era. – se preocupa por ti, es normal.
- No, no tiene derecho, ni siquiera es algo que le haya dicho yo. Es mi vida, mis decisiones y las tuyas, Tora. Joder, tú eres quien tiene que decidir a quien le quieres contar que te gustan los chicos y a quien no. Si entra en mi casa y ve cosas que no quiere es su culpa por entrar sin permiso y si las quiere hablar con alguien es conmigo no contigo. Ni siquiera ha tenido la decencia de preguntarme a mi que es lo que quiero.
- ¿Y qué es lo que quieres?
Las palabras salieron solas de mi boca, quizá no era el momento, ni el lugar, pero lo hice porque como había dicho, no era demasiado bueno con las palabras. Pero me alegro de haberlo hecho, porque cuando Chifuyu alzó la mirada y clavó aquellos hermosos ojos azules en los míos sentí como el mundo dejaba de girar y todo se cerraba a ese momento, a él y yo. Inconscientemente pasé mi dedo bajo sus ojos para limpiar los restos de lágrimas que aun quedaban en ellos y sonrió tímidamente cuando lo notó.
- ¿Te vas a asustar si te lo digo? - negué con la cabeza intentando no abrir la boca para no decir alguna estupidez que acabase con ese momento. – Quiero estar contigo, Tora.
- Y yo, Fuyu.
Le abracé con fuerza contra mi pecho porque en ese momento quería tenerlo cerca muy cerca, necesitaba sentir que ese momento era real, que él era real y que lo que sentíamos ambos también lo era. Necesitaba asegurarme que esto estaba pasando de verdad y no era una alucinación creada por el alcohol o algo así. Fue un abrazo sincero y cálido que no duró mucho, porque Chifuyu no tardó en sacar su cabeza de mi pecho con una sonrisa maliciosa.
- ¿Me has llamado Fuyu?
- No. – me apresuré a decir.
- Si, si lo has hecho, ¡me has llamado Fuyu!
- No, he dicho Chifuyu, estás sordo. Pero aunque lo hubiese hecho, ¿Qué tiene de malo? Tú me llamas Tora todo el rato.
- Todo el mundo te llama Tora, nadie me llama Fuyu, esa es la diferencia.
- ¿Y no te gusta?
- No lo sé, supongo que no me disgusta.
- ¿Prefieres que te llame de otra manera? – se encogió de hombros. – De hecho hay otra manera de la que me gustaría llamarte pero escuché a Ryusei llamarte así y no creo que tengas muy buenos recuerdos con esa palabra.
- Por favor, Tora, no me digas que quieres llamarme gatito. – sonrió como si fuese la tontería más grande del mundo, pero cuando vio que yo no me reía cambio su expresión de golpe. - ¿quieres llamarme gatito?

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Filemafobia
FanfictionTodos recordamos con mayor o menor cariño nuestro primer beso, pero Kazutora lo odia, lo odia porque desde entonces desarrollo un rechazo hacia ellos. Nunca le había dado demasiada importancia hasta que está fobia le hace perder el único trabajo que...