35 | tranquilidad pacífica

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En la noche, Freya y Bucky cambiaron sus posiciones. Donde se habían quedado dormidos cara a cara, se despertaron a la mañana siguiente con Freya acostada encima de Bucky, con la cabeza apoyada en su pecho y ambos brazos alrededor de ella. Estaban profundamente dormidos hasta que escucharon la suave risa de voces juguetonas.

Los ojos de Freya se abrieron de golpe casi de inmediato y los brazos de Bucky se apretaron alrededor de su cintura. Entraron en pánico por un segundo antes de volverse y ver a los sobrinos de Sam jugando con el escudo, imitando ruidos mientras luchaban entre sí en broma.

—Oigan —dijo Bucky.

—¡Ponlo en su sitio! ¡Apúrate!

Los chicos volvieron a colocar el escudo antes de salir corriendo de la habitación, y Freya miró a Bucky—. Buenos días.

—Buenos días —murmuró Bucky—. ¿Dormiste bien?

—Demasiado —respondió Freya—. ¿Y tú?

—Lo mismo —dijo Bucky, apartando el pelo de Freya de su rostro—. Eres muy bonita.

Ella sonrió cuando un rubor modesto tiñó sus mejillas—. Detente.

—¿Por qué? —preguntó Bucky—. Eres hermosa.

—No recibo elogios por mi apariencia muy a menudo —dijo Freya, sentándose con cuidado para no lastimar a Bucky—. La mayoría felicita lo bien que golpeo a la gente.

—Bueno, también está eso —dijo Bucky—. Pero la gente debería felicitarte más a menudo. Estás... radiante.

—Esa es una que no había escuchado antes —dijo Freya, mientras se ponía una sudadera de Sam que encontró tirada en la silla—. ¿Por qué radiante?

—No sé —dijo Bucky—. Supongo que es porque después de todo lo que has pasado, aún encuentras luz en la oscuridad.

—Eso es muy poético —dijo Freya, mientras ella y Bucky salían de la casa y se dirigían al muelle—. No sabía que lo tenías en ti.

—Yo tampoco —respondió Bucky.

Encontraron a Sam trabajando en el bote y fueron a ayudarlo. Trabajaron en un cómodo silencio durante las primeras horas de la mañana, y cuando la gente comenzó a llegar al muelle para ayudar, estaban trabajando en la bomba de agua del bote.

—¡Disculpe! —exclamó Sarah—. ¡No!

—Debe haber un tornillo de 3/16 que va en el engranaje grande —le dijo Sam a Bucky.

—No —dijo Bucky.

—Ni siquiera miraste —dijo Sam.

—No tuve que hacerlo —respondió Bucky—. Hola, Sarah.

—Te dije que la bomba de agua no era el problema y, sin embargo, aquí están —dijo Sarah.

—Sí, Samuel —respondió Bucky.

—En nuestra defensa, íbamos a terminar antes de que te despertaras —dijo Sam.

—Yo no subo al cielo para decirte cómo girar —dijo Sarah—, así que no vengas aquí a hacer lío con cosas que no entiendes.

—Vaya.

—Adiós.

—Vaya.

—Pueden irse —dijo Sarah—. Gracias, caballeros. Gracias. Te quiero, hermano.

Los tres se levantaron y se fueron, con Sam diciendo—: Es una persona muy mala.

—Es amor rudo —contrarrestó Bucky.





Freya se sentó en el porche viendo a Sam y Bucky jugar frisbee con el escudo. Tenía una taza de café en sus manos, calentándose los dedos fríos, y había cambiado la sudadera de Sam por la chaqueta de Bucky.

Estaba muy feliz de tomarse ese momento de silencio para reflexionar sobre las cosas, y cuando terminó su café y se dirigió hacia donde Sam y Bucky estaban enfrascados en una conversación, escuchó a Bucky decir—: Te debo una disculpa —le entregó a Sam el escudo—. Lo siento.

Sam tomó el escudo—. Gracias.

—Lo que sea que haya pasado con Walker, no fue tu culpa —dijo Bucky—. Entiendo. Es que ese escudo es lo más cercano que tengo a una familia, y cuando lo retiraste, hizo que sienta que no me quedaba nada. Me hizo cuestionar todo. A ti, a Steve, a Freya, a mí. Tengo su... tengo su libreta. Y... pensé que si a él le sirvió, me serviría a mí.

—Lo entiendo, hombre —dijo Sam—. Pero Steve ya no está. Y podría sorprenderte, pero no importa qué pensaba Steve —Sam tiró el escudo—. Debes dejar de mirar a los demás para que te digan quién eres.

Bucky atrapó el escudo.

—Déjame preguntarte —dijo Sam—... ¿aún tienes pesadillas?

—Todo el tiempo —respondió Bucky—. Significa que recuerdo. Que una parte de mí sigue ahí. Aún tengo una parte del Soldado del Invierno.

—¿Quieres un poco de amor rudo? —preguntó Sam—. Si quieres salir de ese infierno, haz el trabajo. Hazlo.

—Estuve disculpándome.

—No. No lo hacías, te vengabas —dijo Sam—. Paraste a los malhechores que apoyaste como el Soldado del Invierno porque creías que te daría un cierre. Vas con esa gente y les pides "perdón" porque piensas que te hará sentir mejor, ¿no? A ellos debes hacerlos sentir mejor. Debes ir con ellos y ser útil. Estoy seguro de que hay al menos una persona en esa libreta que precisa un cierre, y eres el único que puede dárselo.

—Quizá haya una docena —dijo Bucky.

—Eso es genial —respondió Sam—. Empieza con uno.

Bucky estaba sonriendo, la sonrisa más genuina que Freya le había visto en mucho tiempo—. Linda charla.

Los dos chocaron los cinco cuando Sam dijo—: Karli no se rendirá.

—Llámame cuando tengas una pista y estaré allí —dijo Bucky—. No necesariamente como un equipo.

—No.

—No somos tan cercanos —dijo Bucky.

—Definitivamente no.

—Somos profesionales.

—Seguro.

—Somos compañeros —continuó Bucky, mientras Freya los observaba divertida.

—Colegas —dijo Sam.

—Pero también somos un par de tipos con amigos en común —dijo Bucky.

—Un amigo ya no está —le recordó Sam.

—Entonces somos un par de tipos con una amiga en común que es Freya —dijo Bucky.

—Puedo vivir con ello.

—Genial.

—Gracias por la ayuda, a los dos —dijo Sam—. Significó mucho para mí.

—No hay problema —respondió Freya, abrazando a Sam con fuerza—. Tienes esto, Sam. Estoy aquí para ti.

—Yo también —respondió Sam en voz baja—. Te quiero, Frey.

—Yo también te quiero, Sam —dijo Freya, sonriendo.

Cuando se alejó, Freya y Bucky se dirigieron por el camino de entrada de la casa de Sam uno al lado del otro. Ahora se dirigían a casa y, mientras caminaban, Freya dejó que su mano rozara la de Bucky hasta que finalmente reunió el coraje para tomar su mano.

Bucky miró hacia abajo mientras sus dedos se entrelazaban con los de ella y una pequeña sonrisa apareció en su rostro—. Oye.

—Oye —respondió Freya—, ¿está bien?

Bucky le apretó los dedos—. Está más que bien.

RADIANT | Bucky Barnes ⁵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora