Hace ya bastante tiempo, en la época donde el Rey Arturo era el supremo de Camelot, vivía como una campesina una mujer de cabello azulado y largo, ojos resaltantes y unos labios rojos, llevaba una pequeña media cola solo para que su cabello no la moleste en sus actividades.
Ella iba hacia el centro del pueblo para su día de “trabajo”, llevaba manzanas en un viejo carro para caballos Llevaba a su yegua jalando delicadamente sin hacer un esfuerzo su soga, solo para que pueda seguir el correcto camino.
No solo estaban ellas, detrás del carro , se encontraba un chico atractivo, moreno, cabello mediano agarrado con una cola, él se fijaba que nadie pueda robarlas, mirando con los ojos entrecerrados a las personas.
Al llegar, ellos pusieron en venta las manzanas, pero no era cualquier tipo de fruta, estas curaban a las personas enfermas, un solo mordisco y te podías sentir mejor.
En el reinado de Arturo, ya estaba prohibida la magia a menos que el rey lo autorice, pero la medicina tampoco era buena en ese entonces, los pueblerinos preferían ir en busca de los brujos para curarlos o era así como los llamaban.
El puesto se llenó de personas, habían muchas que llegaban con heridas, lesiones o enfermedades, Sarah miraba a cada uno y les daba una manzana, ellos pagaban con una moneda agradeciendo a la bruja, pero en realidad ella no quería dinero.
Antes de que Arturo ponga esa ley que ha oprimido a muchos, Sarah era una bruja médica y a la vez arqueóloga, tenía su propio consultorio, pero un día los guardias del castillo fueron a quitarle todo y a quemar el lugar, dejándola sin nada. Pero no se dió por vencida e ideó esto.
— Aquí tiene señora..— Sarah ayudó a la anciana a comer de la manzana y al probarla, la mujer empezó a tener un poco más de energía, esta agradeció y sonreía dulce, sus nietos la esperaban afuera de la tienda preocupados, pero al ver que nuevamente estaba parada con su bastón en mano, celebraron.
Y así fue como en un día las manzanas fueron “vendidas” exitosamente, aún quedaban dos así que los dos brujos comieron.
— Eres el ángel para todos ellos y para mí.— Oliver miraba desde lejos a la abuela jugando con su más pequeño nieto.
— Mi intensión es ayudar a las personas buenas Oliver, nunca verás una de mis manzanas en manos de Arturo o todos ellos, estoy ideando otro para ayudar a los Trolles encarcelados.
Su ingenio llamaba más la atención del muchacho, escuchando atentamente lo que decía.
Ya era medio día, la mujer y su acompañante fueron a su hogar, era hecho de madera pero sí que era acogedora.
Había una ventana de la cocina que daba para un jardín lleno de árboles, básicamente, vivían en medio del bosque, debido a que su anterior casa fue quemada en la quema de brujas que no fue hace menos de unos meses.
Oliver estaba atento a cada movimiento de Sarah, cada que se sentaba, cada que caminaba o agachaba.
— Oliver, no estoy a punto de morir, no tienes porqué estar como la cola de un gato.— Reía sentada en una de las sillas mientras cortaba algunas hojas curativas.
— ¡Pero estás embarazada!— Agarró muy molesto el pan que había en la mesa y gruñó.
— Y soy consiente de eso, serás un buen tío.— Acariciaba su vientre con tanta dulzura, pensando que así su pequeño hijo lo notaría. Al levantarse, se estiró un poco y tomó un libro con una pluma que estaba también en la mesa, este aún no tenía mucho escrito.— Iré al bosque, ahora vuelvo.
— Voy contigo.— Su voz firme hizo que Sarah empiece a reír.
— Tranquilo, cuida la casa por mientras, vuelvo enseguida.— Tomó su velo, una canasta y el libro, saliendo de su hogar.
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The Other side of the moon- Krel Tarron x OC //Krelzzard
FanfictionBrissa Yeng era una maga que se escondía como una humana más junto a sus amigos también hechiceros, ella tenía un libro que hablaba sobre todos los seres de Arcadia, desde humanos, hasta aliens escrito por la arqueóloga de esa época Sarah Yeng Que g...