III

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El pelinegro se encontraba duchandose mientras cantaba algunas canciones que sonaban en su teléfono.

En algunas horas... minutos de echo, se encontraría con Ni-ki para hacer entrega de sus cosas, pero para Sunoo era como una cita.

Sus mejillas se encontraban rojas de solo pensarlo, aunque el rubio jamás había confirmado que era una cita, aún creía que podría convertirse en una.

Al salir tomó su ropa que días antes había sido elegida, de una manera muy cautelosa, y un Jake enojado porque el pelinegro no aceptaba ninguna de las opciones.

Salió de su hogar con unos converse negros de plataforma, unos jeans azul claro junto a una sudadera overside color hueso, quería ir cómodo.

Al llegar al lugar el rubio aún no se encontraba ahí, así que tomó asiento en una de las bancas, hacia un poco de frío, pero nada que no pudiera soportar.

...

Habían pasado más de 40 minutos de la hora acordada, Ni-ki no aparecía por ningún lado, Sunoo se sentía tonto, solo era una simple entrega, no era como que fueran a una cita... pero al menos tuvo esa esperanza.

— Que tonto fui — susurro para si mismo.

— ¿Por que eres tonto? — la repentina voz a sus espaldas hizo que el pelinegro brincará en su sitio. — Perdón no fue mi intención asustarte, disculpa llegue demasiado tarde.

— Esta bien, todavía no me iba — mintió.

— No tenia tu número de teléfono para avisarte, perdón — Sunoo sonrió.

— Esta bien, pero debes de compensarse por esto — el rubio suspiro sacando su billetera de su bolsillo.

— Okey, ¿cuanto te debo? — Sunoo lo miró confundido para después reír.

— No seas tonto, no quiero dinero, vayamos por un helado, estar aquí me hizo querer uno.

— ¿No crees que es tarde para un helado?, podrías enfermar.

— Claro que no, ¿vamos? — Sunoo quien se encontraba aún sentado, se puso de pie.

— ¿Es una cita? — aquellas palabras de Riki hicieron que el sonrojo volviera.

— Si, si quieres — debía de sonar seguro, y no mostrar su evidente nerviosismo.

— Bien, entonces es una cita — Ni-ki se paro a lado de Sunoo, haciendo notar la evidente diferencia de altura.

Ambos caminaron hasta la tienda más cercana de conveniencia, pagaron y regresaron al parque, donde comenzaron una platica.

— entonces termine bailando frente a toda la escuela, y lo peor fue que era el único que realmente sabía el baile, fue muy vergonzoso — Ni-ki rió ante la anécdota contado por el pelinegro.

— A mi me gustaba mucho bailar, hacía presentaciones en la escuela, lugares públicos, concursos, era increíble — la emoción con la que Ni-ki hablaba era fantástica.

— ¿y por que lo dejaste de hacer? — el menor de ambos suspiro.

— Digamos que me lastimaron, y no pude seguir.

— lo siento — Ni-ki le susurro un "no te preocupes" — ¿ahora como sigues?

— Bien, mejor, realmente me siento libre —  Sunoo asintió sin comprender.

— Me alegro de que todo se haya solucionado, pero algún día tienes que enseñarme tus habilidad de baile — el rubio asintió mientras reía y tomaba una cucharada de su helado.

Zona Fronteriza - Sunki -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora