Tiger [Minlix]

07

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—De acuerdo, Minho, deja de mirar mal a todos los que me saludan.— Felix gruño completamente estresado.

—¡Pueden pasarse de listos, cabeza de sol!— Gruñó de vuelta Minho.

Minho estaba caminando detrás de Felix, ya que este iba a los baños para darle el sermón de su vida al castaño ¿Cómo era posible que estuviera amenazando con la mirada a todos sus compañeros de trabajo? ¡Si el problema era el anciano de su jefe, no el restó de la empresa! Definitivamente Felix tendría que parar su drama o el tigre crearía un grandioso buffet con la empresa.

—¡Maldito tigre! ¿Qué está mal
contigo?— Pregunto Felix explotando cuando ambos estuvieron en el baño con el pestillo puesto en la puerta principal.

El híbrido no hizo nada más que apoyar su cadera en el lavamanos y cruzarse de brazos.

—¡¡Te estoy hablando, gato mutante!!— Felix soltó.

Minho solo rodo los ojos y le miro con desinterés.

—Creo que las pulgas me hablan, estoy quedando loco.— Minho comento mirando a la nada.

—¡Eres un imbécil!—

—Oh... Y también me insultan, debo quitarmelas o me asesin...

Minho calló cuándo recibió un manotazo de Felix en el brazo.

—¿Auch?— Minho se hizo el herido, aunque la mano de Lee Felix fuese como una pluma, Minho tenía que fingir dolor, pues se supone que el mayor estaba regañandole.

-—¡Me estresas, gatote salvaje!—

—¡Mal agradecido!— Respondio el híbrido.

—¡¿Mal agradecido yo, Lee Minho?!— Pregunto Felix molesto.

Oh no, dijo mi nombre completo. Pensó Minho.

—¡Este mal agradecido va a convertirte en papilla para bebés!— Dijo Felix dispuesto a golpear a Minho.

Pero este último fue más ágil, tomó a Felix de la cintura y lo levanto para sentarlo sobre el lavamanos quedando el entre sus piernas... Una posición muy comprometedora.

Felix no era capaz de notarlo pues lanzaba golpes al aire, desquitando su enojo con la nada, puesto que Minho esquivaba sus golpes.

—¡Basta, cabeza de sol!— Dijo Minho firme, sujetando sus muñecas y deteniendolo.

—¡No! ¡Sueltame, tigre asesino!— Felix pidió tratando de zafar sus muñecas.

—¡Felix, es suficiente!— Minho gruñó, pero el rubio parecía un pobré chico poseído por el mismo diablo.

—¡¿Cómo es posible que me llames mal agradecido?! ¡Si te he dejado vivir en MI casa! ¡He dejado que té adueñes de MI sofá! ! De MI cama! ¡Y de MI c...