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Narra Hannah
Por suerte no tuve que hacer el trabajo pesado, los guardias del Sombrerero se llevaron a la chica a la oficina, al parecer Aguni aviso al número uno, quien pidió el traslado de la chica a su cuarto privado, con máxima discreción cabe recalcar.
Tuve que ponerle una bolsa en la cabeza para que no se notará su rostro por precaución, porque a pesar de que lo hicimos en un momento más o menos tranquilo, donde la mayoría estaba celebrando en la fiesta que se desarrollaba en la piscina, debía asegurarme, ya que siempre hay ojos curiosos.
Tenía tantas preguntas, y todas respecto a Kaori, a quien estaba atando a la silla
— Eres un signo de pregunta andante querida, y no sabes cuánto quiero que dejes de serlo, por lo menos para mí...— me pongo en pie sin despejar la vista de las facciones de la chica — sin embargo, si quiero respuestas, debo esperar...
Desconozco cuanto tiempo transcurre hasta que la persona, dueña de esta habitación abre las puertas
— Número seis — dice como saludo, me mira brevemente a través de sus lentes para después tener a la vista por completo en la chica.
— ¿Quien es ella? — normalmente me gusta jugar un poco con las palabras, alargar la conversación para hacerlo más interesante pero ahora no podía luchar contra la sed que tenía de respuestas
—...Hannah, tu trabajo es revelar los secretos de mis súbditos, intentarlo con el rey es codicioso... — sonríe a medias, se aleja de la chica para tomar un vaso y rellenarlo de un licor carmesí.
— ¿Que puedo decir? Soy avariciosa, obtengo secretos de la gente que habita en este lugar, es inevitable que no lo quiera intentar con la cabecilla...
Exhala profundamente y se desprende de los lentes de sol que suele ocupar — Te lo diré, pero es por qué lo descubrirás de todos modos, aunque no te lo diga
— Me conoce muy bien, jefe — levanto una de las esquinas de mi boca
— Kaori — se acomoda en su sofá predilecto — su nombre es Takeru Kaori, es mi hija.
Pocas veces me sorprendo, asumí que era alguien importante desde el momento que Aguni me pidió que la secuestrara para llevarla a la playa, pero vaya...
— Tu hija... — digo en voz alta — menuda coincidencia — sonrío mostrando mis dientes
— No esperaba verla aquí... — se bebe al seco el licor del vaso, ahora que tiene sus facciones a plena vista, sin esos molestos lentes puedo ver qué sus ojos, son peculiares
