Dulce sabor del amor

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Capítulo extra II

El sabor del amor cuando se encuentra es tan hermosamente dulce, como el más dulce de los dulces.

O algo así habría dicho un filósofo japonés llamado Inosuke Hashibira luego de ser dopado por su esposa, tras casi marchitar un árbol que con mucho esfuerzo ella junto a su mejor amiga habían sembrado.

Pero sus palabras, en gran parte delirios de un drogado, no eran mentiras: El dulce sabor del amor era tan estimulante como el más dulce de los chocolates.

—Ten cuidado y ni se te ocurra moverte brusco.

—Lo sé, lo sé.

Kanao intentó tranquilizar a su esposo mientras reía.

Él estaba de rodillas, terminando por poner los zapatos de nieve de su esposa. Su expresión preocupada y su ceño fruncido no se quitaron por más que ella decía saber que tenía que ser cuidadosa.

—¿Tal vez debería mandar una carta? Mi cuervo sigue-

—Cariño.

—Es que...

Su preocupación colmó el corazón de Kanao de la calidez del amor, pero eso no le hizo cambiar de opinión.

—Solo iré a encontrarme con las niñas, ve y haz tu trabajo.

—Pero...

Ella terminó por abrazarlo, intentando tranquilizar su preocupación.

—Estaré bien ¿vale?

—Cuídense mucho ¿sí?

—Lo haremos.

El vientre de Kanao había crecido considerablemente a comparación de la primavera, haciendo ahora que este sobresaliera bastante.

—Voy saliendo.

—Si algo pasa me mandas un mensaje, iré de inmediato.

—Sí, sí. Te amo —dijo antes de darle un beso a su pareja, a quien apenas podía ver.

—También te amo, pero cuídate.

Su esposo era un preocupón de primera, eso sin duda.

Pero tan pronto hubo el espacio, ella abandonó el hogar que compartían, yendo hacia abajo de la montaña.

El clima frío que representaba la entrada del invierno hacía mella en su resistencia, que poco a poco estaba viendose menguada por la criatura que tenía en su vientre.

Si bien el propósito de Kanao era reencontrarse con las niñas de la Finca Mariposa, también lo era el hacerse un chequeo médico, sobre todo porque conocía que estaba próxima a dar a luz.

«Espero y no hayan problemas de camino» pensó con esperanza, pero no todo va de la mejor manera.

Tan pronto escuchó un mínimo ruido extraño sacó de su bota derecha un cuchillo, el mismo que Tanjiro usaba cuando salía.

Estaba algo oxidada, pero eso no cambiaba el hecho de que había sido una Tsuguko, por lo que le era fácil cazar animales con solo oír y sentir lo que hacían.

Sin embargo, quizás al sentir la amenaza, el animal emprendió la huida. Kanao no tuvo que usar su cuchillo esta vez.

[ • • • ]

—Pareces muy preocupado.

Cuando alguien le habló él miró en su dirección.

El joven que le hablaba era un mozo rico que se había asentado en las proximidades de esa montaña en primavera, ahora Tanjiro solía ir a ayudarle con las variadas cosas que él necesitaba.

Diario del silencio - Tanjiro x KanaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora