XVI. ¿Algo que no sabemos?

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Habían pasado cuatro días desde que enfermé, y claramente me sentí mucho mejor gracias a las medicinas de Jessy y a lo que Muma me dio

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Habían pasado cuatro días desde que enfermé, y claramente me sentí mucho mejor gracias a las medicinas de Jessy y a lo que Muma me dio.

Durante esos días, me sentí completamente aburrido. No tenía ganas de hacer nada, pero mi cuerpo seguía teniendo la intensión. No pude salir mucho de mi casa debido a que el clima no había sido el mejor: había viento y lluvia durante varias horas y, cuando tuve la oportunidad de salir, el sol estaba terrible.

Me incliné un poco para agarrar la pastilla blanca que estaba sobre la mesita, antes de meterla a mi boca y tragarla con un par de tragos de agua. Después de dejar el vaso vacío a un lado del libro que estaba leyendo, agarré el libro y me di cuenta de que tan solo me faltaban treinta páginas. Sonreí simplemente porque me faltaba un poco para devolverlo, y me levanté de la cama.

Me di cuenta de que casi era mediodía cuando vi la hora del reloj en la mesita de madera. Me quedé pensando en que desde que enfermé, solo pasé la mayor parte de mi tiempo en mi cama y de vez en cuando me levantaba para ir abajo, con Muma. ¿Se habrá sentido sola en estos días? Me molestaba simplemente pensar en eso porque siempre estuve casi todo el día con ella y ahora no, lo que me hace sentir un poco culpable.

Traté de reemplazar esos pensamientos y me concentré en que mañana comienza la semana, lo que significa solo una cosa: volver a la escuela. No podía quejarme, así que tuve que aceptar que ya estaba en un buen estado para poder regresar al estudio.

Miré por la ventana, directamente hacia el bosque. Mi rostro se mantenía sereno y tranquilo, pero, sin embargo, sentía una sensación extraña de incomodidad. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que descubrí la existencia de esa cueva, pero no tener la oportunidad de volver me hacía sentir un poco melancólico. Después de todo, no pude apreciar esos animales marinos con detenimiento, por lo que me gustaría tener una última oportunidad de verlos. Además, me gustaría tener la suerte de volver a ver al tiburón ballena que me ayudó ese día. Cuando lo vi tan cerca, me hizo creer que incluso su presencia se había reflejado por completo en mi mirada. Realmente desearía tener la posibilidad de revivir ese momento, aunque sea por una última vez.

Mis ojos no abandonaban el follaje del bosque, porque con tan solo observar, en silencio y con detenimiento, no podía no pensar en Sian. ¿Qué estaría haciendo ahora mismo? Ya hace una semana que no sé nada de él, y de verdad se me hacía un poco extraño. No era que necesitara verlo, pero supuse que una visita no haría mal. Tampoco quiero acostumbrarme a que cada vez que pienso en él es porque veo hacia el bosque, no es mi intensión en lo absoluto.

La última vez que estuve con él —el mismo día en que el líder de Derrwood se presentó a su pueblo después de años sin aparecer—, había actuado de manera extraña. ¿Por qué no me permitió enfrentarlo directamente? Su voz estaba alterada y tal vez un poco... ¿asustada? No estoy seguro, pero noté que algo no estaba bien gracias a cómo me había negado rotundamente a verlo.

Tenía muchas preguntas sobre Sian y solo pensar en él y debatir sobre su persona me hizo sentir extraño. Por lo tanto, me alejé de la ventana y decidí ir con Muma; quería hacerle compañía mientras pensaba en otra cosa.

La estación del último latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora