La luz cegante del sol atravesaba las cortinas moradas que se encontraban cerradas, tapando la ventana guillotina de la habitación.Abrí los ojos lentamente, y lo primero que sentí fue el dolor al mover mis extremidades, que estaban cubiertas por una cantidad bastante exagerada de sábanas.
La puerta de mi habitación se abrió, permitiéndome observar, con dificultad, unos cuántos pasos que avanzaban hacia dentro, hasta llegar a mi cama.
—Querido —susurró una voz.
Sentí el tacto de mi abuela en mi mejilla, provocándome un cosquilleo por la espina dorsal. Sus manos estaban tibias, tanto que hasta quise que permaneciera sobre mi piel.
—Buenos días —mencioné con voz ronca.
—Buenos días, querido. —Acarició mi cabello—. Por lo visto, tu nariz está muy congestionada —informó, mientras dejaba unos cuántos pañuelos en la mesita de madera.
—¿Congestionada? —repetí, dándome cuenta de que mi voz había cambiado.
—Sí, querido —comentó Muma—. Anoche, no paraste de llamarme, y cuando entré a tu habitación te vi en la cama asustado y temblando.
Al escuchar eso, me quedé mudo. No pude pronunciar ni una palabra, ya que me perdí en mis pensamientos tratando de indagar cuál había sido la razón por la que estoy así. Y, como si las respuestas quisieran ser reveladas de inmediato, aparecieron en mi cabeza en un santiamén: la noche lluviosa.
Era casi inevitable que no me enfermaría después de pasar toda la noche bajo la lluvia, completamente empapado.
—Abuela, me podrías decir la ho... —intenté preguntar, pero antes de que pudiese terminar la frase, una tos inesperada salió de mis labios.
—Estás enfermo, querido. Por eso, hoy no irás a la escuela —informó, mientras me entregaba una pastilla y un vaso de agua—. Además, ya es tarde para ir, son las 9:57 A.M —continuó, mientras miraba su reloj de mano.
—Está bien, Muma. Gracias —agradecí, para luego sentir la pastilla y el agua pasando por mi garganta, media seca y adolorida.
—Luego vendré a revisarte, pero por ahora descansa —mencionó, recibiendo el vaso vacío que le extendí.
—De acuerdo. —Asentí, para después cerrar mis ojos e intentar enterrarme dificultosamente en un sueño profundo.
El canto de los pájaros que sonaba desde el aire libre, me provocaba un leve zumbido en los oídos. Me quejé por ello, y sentí que quizás me volvería más odioso al estar enfermo, lo cuál también me molestaba pensar en eso.
La herida en mi mano no me dolía en sí, pero tenía la impresión de que algo me pinchaba con alfileres de vez en cuando. Por otro lado, mi herida en la rodilla no era demasiado grave; solo era un arañazo superficial, pero aunque no necesitara sutura o algo similar, no podía evitar el escocimiento que algunas veces surgía con tan solo un poco de movimiento.
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La estación del último latido
Fantasía"Esos ojos verdes, tan profundos como el bosque, me atan... me hacen desear llevarte al corazón de la oscuridad, donde nadie más pueda encontrarte." ━━━━⊱༒♡༒⊰━━━━ En una isla envuelta por mares profundos, existen varios pueblos que esconden historia...