Después de un silencio sepulcral, donde nada más se escuchaba el sonido de la lluvia, puse mi mano en el impermeable amarillo de Sian, justo sobre el área del abdomen, haciéndolo retroceder unos cuantos centímetros.
—No tienes que brindarme tu paraguas, ya estoy demasiado mojado —mencioné, antes de señalarme de pies a cabeza.
Los únicos dos pasos que el rubio había retrocedido, fueron provocados por mi leve empujón. Éste, al haberme escuchado, miró mi mano mojada y temblorosa que aún estaba apoyada sutilmente en su impermeable. No sólo me sorprendió el hecho de que no dijera nada al respecto, sino que también se dejara llevar por mi sutil empujón. ¿Fue debido a que invadí su espacio personal, y por ello no supo reaccionar?
Por lo visto, Sian no dejó pasar el tiempo, pues sin darle mucha importancia, la palma de su mano enguantada se abrió por completo, dejando caer el farol que traía consigo desde una altura de un metro hacia el barro recién hecho. Me sorprendí al ver eso, pero no tanto como cuando mi mano fue sujetada al segundo después, para continuamente ser removida del impermeable.
—¿Eh? —La expresión de sorpresa se talló en mi rostro. Eso no parecía ser una buena señal.
Encontré que la estructura exterior del guante de látex negro era áspera, elástica, resistente y suave al tacto. Mi mano temblorosa fue lentamente bajada a mi costado, mientras que yo miraba en silencio al joven del paraguas. El farol cubierto de barro fue levantado de nuevo, esta vez para iluminar las caras de ambos. Mis labios seguían temblando y, además, seguía sin saber qué excusa dar para irme. Tomándome por sorpresa, la agradable voz se volvió a escuchar, esta vez con un tono más seguro.
—Te ayudaré a salir del bosque, lo prometo.
Enfadarme con las personas no era algo que me sucediera con frecuencia, pero, a decir verdad, en este momento se me estaba agotando la poca paciencia que me quedaba. Por eso, la sonrisa tensa reapareció en mis labios, mientras consideraba cómo responder sin sonar demasiado grosero.
—Lo siento —anuncié—. Entiendo que quieras ayudarme, pero en este momento no necesito tu hospitalidad. Asique, si no es mucha molestia, me gustaría irme a casa sin compañía.
Comprendía que Sian quería ayudar, pero la razón por la que me negué fue debido a las advertencias de Muma: "No sigas a extraños". Fui criado por mi abuela desde los seis años, ya que mis padres sufrieron un terrible accidente.
—De acuerdo, no te molestaré más —habló el rubio.
Que extraño, pensé que seguiría insistiendo.
—Gracias. —Asentí, para luego dar media vuelta y caminar en dirección opuesta a Sian.
En el cielo casi oscuro, un rayo de luz del amanecer se colaba entre las copas de los árboles. La tormenta aún no había terminado, pero a medida que pasaba el tiempo, iba cediendo gradualmente. Las gotas de agua ya no eran grandes ni pesadas, y el sonido de la lluvia ya no resultaba tan intenso.
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La estación del último latido
Fantasy"Esos ojos verdes, tan profundos como el bosque, me atan... me hacen desear llevarte al corazón de la oscuridad, donde nadie más pueda encontrarte." ━━━━⊱༒♡༒⊰━━━━ En una isla envuelta por mares profundos, existen varios pueblos que esconden historia...