IV. Inexplicable

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Me puse el traje de baño en la parte inferior y, por suerte, encontré un par de gafas de buceo debajo de la ropa; una maravillosa sorpresa que mi abuelo me había regalado en uno de los últimos cumpleaños que habíamos celebrado juntos

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Me puse el traje de baño en la parte inferior y, por suerte, encontré un par de gafas de buceo debajo de la ropa; una maravillosa sorpresa que mi abuelo me había regalado en uno de los últimos cumpleaños que habíamos celebrado juntos. Incluso aunque no tuve la oportunidad de usarlas en esos momentos, ya que no había agua donde solíamos pasar las vacaciones, ahora estaba totalmente emocionado de tener la oportunidad de usarlas por primera vez. Lo único que me faltaba era agua y, afortunadamente, ya tenía mucha a mi disposición.

Al llegar hasta la roca grisácea, la agarré y la empujé unos centímetros hacia un lado. Afortunadamente, la escalera de madera todavía estaba intacta.

—Debí haber visto el video de nuevo —murmuré, antes de tapar nuevamente el hueco con la roca, para después descender—. La sola idea de que esta figura pueda ser humana, me pone un poco nervioso y un tanto inseguro.

Al volver a pisar la plataforma de madera, el ambiente cambió de inmediato. El aire abrasador permanecía caliente, incluso después de unos segundos, unas gotas de sudor corrían por mi frente. Caminé hasta el borde y, rápidamente, me incliné para sentarme en dicho lugar.

Sin pensar mucho, poco a poco mis piernas se metieron en el agua, casi hasta las rodillas. Me coloqué las gafas de buceo y respiré hondo, para luego sumergir completamente mi cuerpo en el agua.

Ya en el líquido cristalino, mis ojos están abiertos detrás de las gafas de buceo, parpadeando. Las burbujas creadas por los movimientos de mis brazos y piernas, recorrían todo mi alrededor.

A medida que mi cuerpo descendía gradualmente sin ningún esfuerzo, comencé a sentir que la temperatura del agua en el fondo se calentaba un poco, ya no estaba tan templada. La primera idea que se me ocurrió, fue que tal vez había entrado en aguas termales, pero no estaba totalmente seguro.

Aunque el agua era cristalina, la verdad es que no podía ver más en lo profundo, ya que mi vista no me lo permitía.

Había inflado por completo las mejillas, ya que pensé que así podría contener más aire.

A mi alrededor estaba vacío de seres vivos. Lo único que mis ojos podían ver, era el celeste del líquido. Parpadeé varias veces. Giré mi cabeza por todos lados, sin lograr observar algún pez.

Estaba completamente seguro de que sí había presenciado la magnífica imagen del otro día. No podía ser posible que hubiera desaparecido todo. Sabía que estaba nadando en el mismo lugar de cuando me había caído. Quería revivir ese momento otra vez. Lo necesitaba. Tenía tantas ganas de poder ver esa increíble vista de nuevo.

Como mis piernas, mis brazos llevaban un movimiento constante, sin detenerse, como impulsados por un poder invisible. Me atreví a bajar un poco más, ya que pensé que tal vez en el fondo podría tener la oportunidad de encontrarme con la imagen de la primera vez que caí al agua. Era una corazonada que poseía.

La estación del último latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora