Capítulo 15 - ¡No me pongas esa cara!
Me desperté sobresaltada porque algo no paraba de darme golpes en la pierna. Me incorporé extrañada, parpadeando para adaptarme a la luz, y cuando vi lo que me estaba pegando me quedé pasmada.
-¿Koda? ¿Cómo mierdas has entrado? -me extrañé.
Mi perro se me quedó mirando, con la lengua colgando y moviendo la cola, que es lo que me pegaba en la pierna.
-Vale, esto es raro -me dije a mí misma-. ¡Mamá, ¿por qué está Koda dentro de casa?!
Nadie respondió, lo que se me hizo todavía más raro. Fruncí el ceño y me levanté de la cama. Salí de mi habitación llevándome a Koda y fui llamando a gritos a todo el mundo que vivía en esta casa, sin resultado alguno.
Bajé al piso de abajo y encontré los ventanales del salón que daban al jardín estaban abiertos, lo que explicaba que mi perro estuviese dentro de casa. Dejé a mi perro en el jardín, donde tampoco había nadie, y fui a la cocina. Allí encontré un papel encima de la mesa.
-"Lidia, no hemos querido despertarte pero nos hemos ido a pasar el día con unos amigos. Tienes comida en el frigorífico. Saca a tu perro. Volveremos tarde, un beso, mamá" -leí en voz alta.
Me encogí de hombros y curioseé por los armarios para buscar algo para desayunar. Cuando terminé subí a mi habitación y me duché, me vestí y me lavé los dientes. Luego hice todo lo que me quedaba de tarea y antes de comer me fui a dar una vuelta con mi perro, sin prisas.
Cuando estaba volviendo para mi casa divisé una sombra en la puerta de entrada. Me quedé parada al distinguir la figura de Giorgio, no quería hablar con él por ahora. Me acordé de la entrada trasera del jardín y tiré de Koda para que me siguiera, pero se quedó clavado en el sitio.
-Venga, Koda, que por aquí podemos entrar en casa -le dije.
Él me miró inquisitivamente, para luego mirar hacia donde estaba Giorgio y sentarse.
-¡Que no quiero ir por allí! -volvió a mirarme igual-. ¡No me pongas esa cara! -protesté.
Koda ladró y tiró de mi hacia la puerta delantera. Con resignación, le seguí hasta que llegamos y fue derecho hacia Giorgio para que éste le acariciara.
-Menudo traidor estás hecho -le espeté.
-¿Qué? -se extrañó Giorgio.
-Nada, se lo estaba diciendo a mi perro. Aunque pensándolo bien, tú también puedes ser clasificado como traidor -repuse.
Giorgio hizo una mueca.
-Ya -dijo algo incómodo-. A eso he venido.
Suspiré y me apoyé en la puerta.
-Adelante, dispara -le animé con un gesto de cabeza.
-Lo primero, sé que la he fastidiado y que no vas a volver a confiar en mí.
-Correcto, continúa.
-No era muy consciente de mis actos, iba bastante borracho y esa chica es bastante persuasiva. Sé que eso no me disculpa, pero que sepas que no lo hice conscientemente para fastidiarte -se le veía tan arrepentido que me dio un poco de pena.
-Así disculpándote haces que sea difícil enfadarme contigo -me quejé.
A Giorgio se le escapó una sonrisa.
-Mejor pedir perdón que permiso -citó.
-Idiota -rodé los ojos-. Esto no significa que vaya a volver a... Uhm, a ser algo contigo -añadí.
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Ni lo pienses
Teen Fiction"- Bueno, por mucho que te fastidie, sé que te encanto. Veo cómo me miras desde lejos y escucho las conversaciones que tienes con mi hermana cada vez que vienes a casa, así que lo sé todo sobre ti. Lo que tú quieres es estar cerca mío todo el tiempo...