Capítulo 5 - ¿Otra vez tú?
Arrugué la cara. Hoy mi día estaba lleno de casualidades. Y no precisamente de las buenas.
- Tú - gruñí.
- Tienes el carácter fuerte, ¿eh?
- Si no te importa deja a un lado las preguntas estúpidas y déjame salir de aquí.
- Te veo un poco tensa, será mejor que te relajes un rato.
- Me da que no me apetece.
- Pues de aquí no sales hasta que no te relajes.
Y Marco, con todo el descaro del mundo, se apoyó en la puerta, impidiendo así que nadie la pudiera abrir. Con un suspiro me deslicé por la pared acariciándome la mano con la que había atacado a la pared. Dolía. Me fijé a mi alrededor y descubrí una estancia que no tenía más que unas mesas y sillas. No quería hablarle a Marco, pero al final me pudo la curiosidad.
- ¿Dónde estamos? - pregunté sin mirarle.
- En un aula.
Ahora sí que le miré, con cara agria.
- No me digas, genio. No sabía que estábamos en un aula, que es lo que normalmente hay en un colegio. Gracias por aclararme esta duda existencial. Deberían darte un Premio Nobel - ironicé, y volví a desviar la mirada.
Por un momento, se hizo el silencio, pero no duró mucho.
- Eso ha sido lo más cortante que me ha dicho una chica en toda mi vida.
Al oir eso, me entró la risa. De verdad, tendríais que haberle oido. Fue tan ridículo que me costó un rato calmarme.
- ¿Te hace gracia? - me preguntó irritado.
- La verdad es que sí - dije secándome las lágrimas.
- Estamos en el aula para alumnos convalidados - dijo Marco después de un rato.
- Mhm - conseguí decir.
La mano me dolía cada vez más. Y eso dificultaba mi concentración en lo demás. Me miré la mano. Estaba morada e hinchada en la zona del golpe, y me había abierto una pequeña herida que escocía mucho. La comparé con la mano izquierda. No se parecían ni de lejos. Marco, al ver que no le hacía mucho caso, observó mis manos y se sorprendió.
- ¿Eso te lo has hecho tú?
Asentí de mala gana. Él negó con suficiencia.
- Tienes que dejar de pegar puñetazos a las paredes.
Se levantó, se puso de cuclillas enfrente mía y acercó su mano a la mía.
- No toques - bufé.
Él hizo caso omiso de mi advertencia y cogió mi mano entre las suyas con delicadeza. Le di una colleja con la mano buena. Él me miró enojado.
- Te he avisado - me encogí de hombros.
- Vamos a enfermería - dijo rodando los ojos.
Me tendió la mano y yo me quedé mirándola pensando a ver donde estaba la trampa. Al ver que vacilaba, Marco me cogió él mismo la mano y me levantó del suelo.
- No muerdo - dijo a centímetros de mi rostro.
- Ah, disculpa. A lo mejor creía que eras medio caníbal y que me devorarías a la mínima oportunidad.
- Eres demasiado sarcástica, ¿sabes?
Como respuesta le gruñí. Me solté de su mano y caminé hacia la puerta, que abrí de un portazo. Marco me siguió, negando con la cabeza. Y luego me paré, haciendo que Marco casi me mordiera, esta vez sí, el pelo. Me paré porque dónde estaba enfermería era un misterio para mí.
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Ni lo pienses
Novela Juvenil"- Bueno, por mucho que te fastidie, sé que te encanto. Veo cómo me miras desde lejos y escucho las conversaciones que tienes con mi hermana cada vez que vienes a casa, así que lo sé todo sobre ti. Lo que tú quieres es estar cerca mío todo el tiempo...