Capítulo 3

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Capítulo 3 - Todos son idiotas











Lucía, reacciona. Te está mirando con cara de chulo prepotente. Ante esas palabras, dejé de mirarle con la boca abierta y me giré rápidamente a mirar a otro lado.

Observé de reojo cómo Miriam y Marco discutían lanzándose improperios. ¿Serían esa típica pareja de novios que está siempre discutiendo? Si es así, envidio a Miriam por ser dueña de tanta maravilla. Aunque ella tampoco se veía mal. Morena de pelo castaño oscuro con los ojos marrones verdosos rodeados por largas pestañas. Pues se me hacía familiar su rostro. Cuando se giró Marco, adiviné por qué me era tan familiar. Más que novios, parecían...

- Son hermanos - bingo - mellizos, para ser exactos - pareció como si Lucas me leyera el pensamiento.

- Sí, se parecen - respondí yo.

Seguimos observando durante un par de minutos más, y al ver que no paraban decidimos intervenir.

- ¡Eres un completo imbécil, encima que llegamos tarde por tu culpa no me vengas ahora con esas...!

- Tú a mí no me insultas niña.

- Ni se te ocurra llamarme niña otra vez, Marco.

- Niña - dijo él burlonamente.

Iba Miriam a decir algo seguramente bastante grosero pero Laura se adelantó.

- Déjalo, Miriam. No te va a servir de nada.

Miriam cerró la boca y suspiró cansada, pero Marco no se dio por vencido.

- Tú no te metas que no es tu problema, empollona.

- Es mi amiga y puede meterse donde quiera, cerebro de pez - dijo Miriam en su defensa.

- Pues vaya amigos más estúpidos que tienes - se burló él.

Y ahí ya fue la gota que colmó el vaso para que yo saltara.

- Mira, niñato - dije poniéndome enfrente suya - No te conozco de nada pero como vuelvas a llamar estúpidos a mis amigos juro que lo vas a pagar caro.

Él al principio sólo me miró confundido, pero sonrió arrogante.

- ¿Y qué me harás? ¿Devorarme con la mirada hasta que te ardan los ojos?

Abrí los ojos como platos. ¿Qué coño se había creído este tío?

- ¿Hasta que me ardan los ojos por ver lo feo que eres? Ah, sí, será eso - repliqué frunciendo el ceño.

- Oh, eso no te lo crees ni tú.

- O tal vez tú te lo tienes muy creído - ataqué arqueando una ceja.

Él se relamió los labios, y ahí fue cuando me di cuenta de que toda la clase se había callado y estaba atenta a nuestra conversación. ¿No tenían vida? Bufé.

- ¿Te ha comido la lengua el gato? - gruñí molesta.

- No, sólo estaba pensando cómo sería devorar tus labios y saborearlos.

Bien. Eso no me lo esperaba. Mantuve la compostura, y quedé muy digna. Sonreí ampliamente.

- Créeme, nunca lo vas a saber.

Me di la vuelta y me encontré a una Laura boquiabierta y a Miriam aguantándose la risa. Eché a andar hacia ellas, pero alguien agarró mi cintura por detrás.

- A mí me da que sí - susurró Marco en mi oído, provocándome escalofríos.

Me zafé de su agarre y caminé rápido hasta donde estaba mi grupo de trabajo. Una vez llegué allí, me recibieron con grandes sonrisas y halagos. Según ellos, era la primera chica que le plantaba cara al aborto de mono. Aunque había que admitir que para nada era feo. Sólo se lo dije para bajarle un poco los humos, que los tenía muy subiditos. En realidad, todos los tíos del planeta podrían sentirse envidiosos en su presencia. Menos Taylor Lautner. Sí, bueno, si nos ponemos así, casi ningún famoso se sentiría envidioso de él. Pero Taylor es el mejor. Bueno, bueno.

Ni lo piensesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora