22: 𝖞𝖔 𝖊𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝖕𝖔𝖉𝖊𝖗

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CASSANDRA DE MÓNACO
Estaba nerviosa, muy nerviosa. Demasiado nerviosa. Excesivamente nerviosa. ¿Ya dije que estaba nerviosa? Bien, porque lo estoy. Muchísimo.

Mi pierna se movía arriba y abajo mientras todos mirábamos impacientes la pantalla enfrente de nosotros. Mañana empezaban las fiestas de Luxemburgo y quisimos adelantar esto.

Los espías ya nos habían confirmado que todos los eméritos estaban escondidos en Inglaterra tramando algo, vete a saber el qué, pero viniendo de ellos ya se podía deducir que no era nada bueno.Bueno, pues hoy estábamos reunidos en la sala de conferencias de Amelie por eso mismo, porque nuestros espías habían conseguido infiltrarse y esconderse en la sala donde tendrá lugar la reunión con los eméritos, y no me esperaba nada bueno.

Pasé las palmas de las manos sobre mis vaqueros, no podía calmarme; me era imposible. ¿Debería de tomar calmantes con cada cosa que esté relacionada con los eméritos? Probablemente. O no, no lo sé. Mierda, creo que me va la mente a mil y estoy pensando demasiadas cosas en muy poco tiempo. Siento que me va a explotar la cabeza.

Desvié un poco la mirada para ver cómo la única nerviosa neurótica era yo y suspiré por ello. Spoiler: eso tampoco calmó mis nervios.

Nuestros espías llevaban cámaras imperceptibles para poder retransmitir tanto vídeo como audio, y así poder ser ellos nuestros ojos y orejas, literalmente. Tenía un muy mal presentimiento. Uno excesivamente malo, horrible, tétrico, y cualquier otro adjetivo que no trajera nada bueno consigo.

Si a alguien le molestaba que no parase de mover la pierna, no lo decían, así que seguí moviéndola y apretando las manos en puños al ver cómo los espías se recolocaban porque habían entrado los eméritos.El aire salió de mis pulmones al ver a mi padre, sonriendo y bromeando con el resto.

A mí nunca me sonrió.

Parpadeé e inspiré hondo. Necesitaba que esta reunión acabase cuanto antes. Todos tomaron asientos y los guardias les trajeron varios mapas. Amelie ni siquiera les tuvo que pedir a los espías que ampliasen la imagen, y creo que quería vomitar al ver el nombre de los territorios en aquellos papeles. Visualicé alguna que otra táctica de guerra extendida por la mesa, y casi me emparanoié con que los dibujos se parecían a los míos. Supuse entonces, que eran de mi padre o que me estaba comiendo viva la paranoia. Ahora importaban los planos, no las tácticas. Ya les pediría que ampliasen luego.

-    ¿Y bien? ¿Qué proponéis esta vez? – se escuchó preguntar al rey de Reino Unido.

-    Queda poco tiempo para llevar a cabo lo que habíamos planeado.- respondió el rey emérito de Bélgica. – Así que hay que terminar esto cuanto antes, y lo mejor sería empezar por desestabilizarla con varias cosas a la vez.

Notaba que mi respiración se entrecortaba y suplicaba para que no fuera lo que estaba sopesando. Si planeaban invadir Mónaco, de nuevo, sin habernos recuperado siquiera, juraría que, o iba a explotar de la rabia e impotencia de que esto no acabara nunca ni de que yo fuera capaz de terminar con ello, o pensaba aplastarlos y volver a ser la Cassandra de la guerra, y no quería volver a mancharme las manos de sangre otra vez, especialmente por los recuerdos que eso me desbloquea y lo mucho que me costó superarlo después.

Desvié la vista al suelo al confirmar que eran los planos de mi reino los que estaban sobre esa maldita mesa, y bajé la cabeza mientras buscaba aire. La cabeza me iba a millones de años luz.Una mano cálida se posó en mi muslo con gentileza y levanté la cabeza para ver al dueño de esa mano. El calor subió a mis mejillas al comprobar que era Jaden.

-    ¿Quieres que vea yo la reunión mientras vas y te despejas, y te cuento todo lo que quieras saber después? – susurró acercándose a mí para que nadie nos escuchara.

ENTRE REYES [MALDITOS #2] (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora