Treintidos.

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¿Qué esta pasando aquí? Porque tengo la sensación de que el tiempo se ha detenido en el momento en el que la mirada de Carlos se posa en la mía. Esto se siente tan tenso, creo que incluso las personas a nuestro alrededor lo notan, Carlos sigue allí de pie, a pocos metros de distancia con Kayla a su lado luciendo igual de incomoda y confusa de cómo yo me siento, con sus manos entrelazadas, de la misma forma que lo estamos Blas y yo ahora.

Suspiro profundamente e intento mirar a otro lado como si no conociese a quienes acaban de llegar, pero es imposible. Veo a Carlos resoplar y seguir su camino, siendo ahora guiado por uno de los camareros, que probablemente siempre ha estado allí de pie a su lado esperando que lo siga hasta su mesa, pero puedo afirmar que si es así no lo noté, creo que ninguno lo hicimos. Les pierdo la pista unos segundos después, por suerte, se han puesto en la mesa desocupada más alejada de nosotros. No me puedo sentir más agradecida. Vuelvo a la vida cuando Blas aprieta mi mano con fuerza y le miro y parece muy tenso y molesto.

- Humm... vaya- carraspeo, sin saber realmente que decir.

En otro momento no me hubiera importado y posiblemente me hubiese levantado e ido donde Carlos con la intención de besarlo delante de Blas y Kayla. Pero esta vez no. Ahora ni siquiera quería verlos. Y a todo esto, ¡¿Qué hacen ellos juntos?! ¿Es que acaso Kayla ya lo ha perdonado? ¿Él es un estupido que estando con ella la engaña conmigo y con otra rubia tonta y ella... se va de cita con él? Ugh. Estúpida. Los dos son idiotas, esto no debería ni de importarme ya.

- ¿Sabías que iban a venir aquí?- él sigue sosteniendo mi mano y la aprieta.
- Pero, ¿Qué dices? ¿Eres tonto?- tiro de mi mano para que me suelte.
- Esto ha sido apropósito ¿verdad?- él parece molesto y comienza a preocuparme esos cambios de humor suyos.
- No, definitivamente eres tonto- murmuro- te recuerdo que yo ni siquiera sabía que vendríamos aquí. - él parece pensarlo un momento, me suelta y luce avergonzado.
- Perdona, lo siento, hermosa. Es que no lo soporto.
- Ya somos dos- digo burlona y bufo.
- ¿Te quieres ir?
- No, este lugar me gusta, y nosotros hemos llegado antes- digo cruzándome de brazos- además, por fin ya traen nuestra comida- digo haciendo un gesto de cabeza. Me acomodo en la silla y dejan mi ensalada y su lasaña sobre la mesa.
- Tiene buena pinta- murmura sonriendo, sé que intenta quitar la tensión que aún se siente en el aire, asiento sin ánimos ya si quiera de comer.
- Voy al baño un momento- me levanto, pero él vuelve a tomar mi mano brusco y le miro confusa- ¿Qué pasa contigo?
- ¿No iras a verlo, cierto?
- Blas, realmente no me gusta la sensación que estoy teniendo en este momento con referencia a ti, así que más te vale que dejes de apretar mi brazo y me dejes ir al baño- le digo con tranquilidad y una fingida sonrisa. Él me suelta intimidado y me marcho.

Antes de llegar, siento una mirada matándome en mi espalda, y sin terminar de fijarme me doy cuenta que se trata de Kayla, los miro a ambos de reojo y Carlos parece tenso y molesto, mientras Kayla luce con ganas de querer arrancarme los ojos. Sin querer darles importancia termino de entrar al baño, metiéndome en un cubículo suelto un largo suspiro. Comienzo a sentirme enferma con toda esta situación. Sólo tengo ganas de irme a casa y echarme a llorar.

Soy tan pero tan malditamente ilusa que en el fondo esperaba que Carlos me llamase en algún momento y nos diéramos la oportunidad de... algo. Pero esta claro que él prefirió rogarle a ella por ese algo que yo tanto he rogado. ¿Irónico? O bueno, quizá más patético que otra cosa. Dios... todo estaba pareciendo normal pero me siento como la mierda ahora mismo.

Seco mis lagrimas, yo no soy este tipo de chica que huye y se mete en un baño a llorar por un hombre. Menos por uno como Carlos. Joder, yo no puedo ser ese tipo de chica. Si algo me duele me aguanto y actúo con normalidad, no puedo ser una debilucha ahora llorando por Carlos Marco. Él no merece ninguna lagrima. Pero es que...

Esto comienza a doler de verdad.

Salgo y me apoyo en el lavamanos, cerrando los ojos con fuerza, sólo espero que esto termine rápido. Me echo un chorro de agua y en el momento en que me siento despejada y lista para mirarme al espejo y entrenar mi sonrisa. Grito con fuerza. Me llevo una de las manos a la boca mientras siento mi corazón ir a mil por hora. Carlos mantiene sus ojos clavados en mí a través del espejo.

- ¡Eres imbécil!- digo molesta, mirándolo también por el espejo, él sonríe de forma nada amistosa.
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Perdona?
- Has entendido muy bien la pregunta.
- Es un restaurante, así que creo que esta bastante claro- digo con obviedad.
- Muy bien, repetiré la pregunta. ¿Qué haces aquí con el subnormal de Blas Canto? - él parece molesto y sonrío de forma amarga.
- No creo que sea tu problema- me doy la vuelta para marcharme pero él es más rápido y me bloquea la puerta, resoplo- ¿Qué quieres?
- Que te vayas.
- ¿Perdona? Pero... - dejo la frase a medias, y bufo- ¡¿tu de que vas?!- le empujo, sintiéndome patética unos segundos después ya que ni siquiera lo muevo un centímetro.
- Lo volveré a decir. Quiero que te vayas a casa. Sin Blas.
- Y debo hacerlo porque... - le invito a terminar mi frase con sarcasmo.
- Porque lo digo yo. - le miro unos segundos confusa, enarco una ceja y no lo puedo evitar. Suelto una gran carcajada sarcástica.
- Mejor vete con tu novia. Déjame en paz, Carlos.

Él me mira entre molesto y confuso. Y sorprendido también. Pero incluso yo lo estoy, ¿Cuándo en todo este tiempo le he dicho yo alguna vez que me deje en paz?, ¿Cuándo he sido yo la "pasota" que no quiere hablar con él? Maldita sea, incluso lo he invitado a irse con su novia porque no quiero tenerlo cerca de mi. Esto es... nuevo.

- Muy bien. Pues lárgate.
- Yo he llegado primero, debes irte tú, querido- le señalo la puerta- incluso en este baño, tú eres el que sobra. - él enarca una ceja y se acerca peligrosamente a mi.
- Así que yo sobro, eh- susurra cerca de mis labios.
- Aléjate.
- ¿Y si no lo hago?- murmura más cerca, tanto que roza mis labios y acelera mi corazón. Pero me doy la vuelta, incluso antes de pensarlo, dándole la espalda y al mirarlo a través del espejo lo veo cerrar los ojos con fuerza, él resopla y se aleja varios pasos de mí.
- No me arruines la noche, así que déjame salir.
- Vaya, ¿Qué yo te arruino la noche a ti? - él me mira de arriba bajo molesto- la que siempre me arruina todo eres tú, así que no me fastidies con eso.
- Entonces ¿qué? Tu propósito es arruinarme los días a mi.
- No eres tan importante para que pierda mi tiempo intentándolo- él me guiña un ojo burlón.
- Pues para no ser importante me has seguido hasta al baño, has dejado sola a tu estúpida novia y has querido besarme- digo victoriosa y sonrío al sentirlo tenso.
- Sólo he venido a decirte que dejes de molestar, que no me sigas.
- Pero ¿tu quien te crees que eres? - me río burlona- ¿seguirte? Yo debería decir eso, tú llegas de la mano con tu noviecita luego de que lo haya hecho yo.
- Oh por favor...
- No, Carlos- le freno- no me interesa nada de lo que tengas que decir. Ya no. - él me mira por el espejo, luciendo no muy contento con mi respuesta y se acerca a mi.
- ¿Qué ya no qué?
- Esto- digo señalándonos a ambos- ¿Qué se supone que significa? Estoy harta de todo lo que sea esta mierda.
- ¿Y crees que yo no?
- No parece. Porque deberías estar allí con la chica que dices querer y déjame en paz. ¿Has entrado aquí a decirme que me aleje de Blas?
- Él no es bueno para ti.
- ¿Es ese tu problema?
- Sí.

Siendo sincera, lo último que esperaba era esta respuesta. ¿Y que se supone debo hacer con eso? ¿Su problema? ¿Por qué razón? ¿Por qué no dejo de tener la sensación de que sólo quiere lastimarme? Aún más.

- Pues tendrás que lidiar con ello.

- вυrɴιɴɢ мe. [carlos marco y тυ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora