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Capítulo 6

Efecto Jade Turner.

Bronwen.

Hay tesoros en la vida. En el día a día. Son esos momentos que vives en segundos, que tratas de amarlos, convertirlos en eternidad, pero son solo eso, momentos instantáneos, fugaces que en un parpadeo se disipan dejándonos con ganas de más. Esa anomalía es la que nos hace valorar cada instante de nuestra vida, cada sonrisa, cada afecto.

Ya han pasado cuatro días desde que comenzamos a iniciar un tipo de "encuentros" casuales con Jade. Cafés por las mañanas antes de salir a nuestros respectivos trabajos. Despedidas que se guardan en la eternidad. Conversaciones nocturnas. Silencios agradables. Coqueteos en el elevador. Y mañana ¡Si, mañana! Comienza nuestros miércoles de películas.

Nunca había estado en esta posición en la que me encuentro. Y es que ahora es donde logro comprender que muchas veces no se trata del tiempo si no de la disposición que hay en cada corazón.

Estado: sorprendida.

La sorpresa siempre viene de lo menos imaginable. De lo menos esperado y cuando sucede nos toma desprevenidos que se vuelve imposible creer que este pasando. Ese muro que se crea en la desconfianza, en el temor de ser lastimado por la sorpresa de los acontecimientos que se nos está presentando en la vida nos hace vulnerables, nos tambalea en la cuerda floja y sientes que estas al borde de una caída que se ve imposible salir ileso.

Son esas acciones del destino que te dejan perpleja, confundida y que llegan a agotarte por estar buscando una respuesta, cuando muchas veces ni siquiera hay una.

Si, mi cabeza es un plato de espaguetis desde mi cita con el chico Turner.

Mis amigos no están al tanto de esta aventura con Jade. Es por eso por lo que en estos instantes me encuentro borrando las grabaciones donde salimos escabulléndonos de apartamentos. Se ha estado convirtiendo en una rutina, eso de eliminar videos. Acordamos cubrir al sr. Bertrand y es un peligro que se enteren sea lo que sea esto por unas grabaciones y no por mi propia boca.

No es que no pueda decirles, es que no quiero. Hay una delgada línea entre querer y poder que las pone en una misma posición, pero cuando notas esa línea ves con claridad la diferencia entre ambas palabras. No quiero decepcionar a mis amigos, mucho menos ponerlos en una situación incómoda y no es porque no vallan a aprobar a Jade, es lo delicado que se volvería el asunto. Riley y Joshua se encariñarían con esta relación, se acostumbrarían al ver el trato que Turner me otorga. Lo llegarían a querer, no obstante, cuando la magia termine ellos también se llevarían la parte amarga porque no tengo las reglas de este juego.

Y a pesar de todo lo que pienso, tengo que contarles porque son mis amigos y nunca me ha gustado guardarles secretos, tampoco quiero que por culpa de lo que está surgiendo con Jade mi amistad con ellos termine. Eso sería el error más grande en mi vida.

—¿Si sabes que esto es ilegal?

—Silencio.

—No entiendo ¿Por qué no puedes decirles?

—Jade —advierto.

—Esto me hace sentir adolescente y aclaro que nunca fui de los buenos.

Quito la mirada de la computadora y la elevo hacia él, que está frente a mí.

—¿Eso arruina tu reputación?

—Tengo una que cuidar —se encoje de hombros.

Lo se.

—Pues no lo estás haciendo bien.

—¿Eso crees? —sonríe ladinamente.

Vuelvo a concentrarme en la pantalla.

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