12 🍁

193 23 39
                                    




CAPÍTULO 12

Las reglas del juego, es que no hay juego...solo secretos.

Bronwen.

Rema, rema, rema hacia el norte. Pisa, pisa, pisa hacia el horizonte. No mires atrás o el monstruo te comerá...

—¿Bronwen, ya tienes la sopa?

—Se como la serpiente, se arrastra con agilidad...

—¿Se puede saber qué es lo que te sucede?... ¿Bronwen?

Alguien chasquea los dedos y mi cerebro hace clip.

—¿Necesitas algo? —pongo los pies sobre la tierra.

—Nuestro cliente, la sopa —Amelia señala el plato en mi mano.

Balbuceo y le entrego el platillo.

—¿Estas bien? —pregunta.

—Solo eh dormido dos horas —contesto, soñolienta.

—Siempre que Josh y Riley se quedan contigo un fin de semana es lo que sueles dormir —deja el platillo sobre la zona de emplatado —. ¿Qué es lo diferente ahora? ¿Por qué te sientes agotada y tan fuera de la tierra?

Porque cuando los chicos se quedaban no hacíamos más que beber alcohol, salir de fiestas cuando teníamos ánimo y cuando no, solo nos disponíamos a estar en pijama el fin de semana completo, comiendo comida chatarra y viendo películas y series. Esos días mi televisor estaba a nada de hablar que lo dejáramos descansar. Y el único día del mes en el cual salíamos a respirar cerca de los árboles, nos acostábamos hasta quedarnos dormimos, puede decir que también echábamos raíces. No hacíamos nada prácticamente más que descansar, para eso existen esos días ¿no?

—Fuimos a escalar y llegamos tarde a casa —cuento solo una parte en la cual no incluiré a Jade ni a Steven.

Estado: precavida.

—¿Disculpa? —dice sin poder creerlo.

—Que fuimos a escalar —repito en un bostezo que me trague a todos los que estamos aquí.

—Sigo sin entender el chiste.

Tuerzo mi labio superior.

—No es un chiste.

—¿Entonces que es?

Ruedo los ojos.

—La sopa va a enfriarse —me doy vuelta para picar vegetales para los platillos pendientes. No quiero darle cuerda esta vez a Amelia si quiero culminar con mi trabajo a tiempo.

—A mí no me engañas, algo te sucedió que te dejo tan turbada —comenta antes de salir hacia el área de servicio del restaurante.

No se equivoca. Al llegar de New Jersey como a eso de las cinco de la mañana, mis amigos tuvieron que irse a sus casas porque tenían que trabajar y no querían llegar tarde ya que la distancia de donde yo vivo si les queda un poco más lejos el camino a sus deberes, que de donde ellos viven, quedando así solo Steven, Jade y yo.

Jade me pidió que me quedara en su apartamento a lo que accedí sin importarme que Steven estuviera en la habitación de al lado. Teníamos menos de dos horas para recuperar fuerzas, pero yo no pude ni descansar cinco minutos porque antes de que Jade llegara a su cuarto, se detuvo en la sala a conversar con Steven. No quería escuchar, sin embargo, lo hice por accidente.

Iba por JJ porque estaba tardando y antes de poner un pie fuera del pasillo, escucho voces que dialogaban sobre mí. Al principio creí que estaban discutiendo sobre en cómo Steven y yo nos conocíamos y en como ellos no se habían enterado de que ambos tenían diferente relación con una misma persona. Pero en ese preciso momento sacan a revelación para mis oídos el tema principal, uno que desconozco, que me ha formulado la más grande incógnita y la causa de un dolorcito en el pecho.

Perfecta razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora