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Nayeon estaba algo nerviosa pues casi llegaba su turno para presentarse con los demás, o mejor dicho, las demás miembros de aquel club de superación, pues eran únicamente mujeres quienes se encontraban ahí.

Y sí, a pesar de intentar convencerse a sí misma de que era una completa tontería y perdida de tiempo asistir al club ella había terminado por ir.

Unos lentes oscuros escondían la miseria de sus ojos mientras se encontraba sentada escuchando a las nuevas presentarse.

—Hola, mi nombre es Sana, mi esposa Tzuyu vino conmigo-— La chica se presentó —Y estamos aquí porque recientemente perdimos a nuestro bebé, yo... tuve un aborto espontaneo a los 8 meses de embarazo— Su voz comenzaba a cortarse, razón por la cual tuvo que tomar asiento al mismo tiempo que su esposa la abrazaba en un intento por tranquilizarla.

Entonces otra chica se levantó para presentarse.

—Hola, mi nombre es Son Chaeyoung y estoy aquí para superar la muerte de mi madre, necesito ser fuerte para cuidar de mi hermano, es el único familiar que me queda.

Y dicho esto la pequeña coreana tomó asiento de nuevo.

Automáticamente todas las vistas se posaron en Nayeon, quien sería la siguiente en presentarse.

Cerró los ojos por un par de segundos arrepintiéndose de haber venido, pero entonces tomó un respiro y comenzó a ponerse de pie.

—Hola, mi nombre es Im Nayeon y yo...— Su voz se quebró, ella no podía hacerlo aún —Todavía me es difícil decirlo.

Ella comenzó a llorar y tomó asiento nuevamente.

Entonces la siguiente chica se presentó.

—Me llamo Jeongyeon y creo que soy la miembro más antigua en frecuentar este lugar, pero aún intento superar la muerte de mi esposo— Ella habló nostálgica al presentarse a las nuevas.

El resto de la reunión continuó bastante triste, la mayoría del tiempo se la pasaron hablando sobre bonitos recuerdos que pasaron con la persona a la que esperaban superar, pero inevitablemente todo acababa en llanto y fue entonces que Nayeon se preguntó si esto realmente ayudaría en algo o simplemente la terminaría hundiendo más profundo en la depresión.

Claramente ella no habló en toda la reunión, no se sentía lista para hacerlo, no quería compartir su tristeza con nadie más y entonces volvió a preguntarse por enésima vez qué demonios hacía en un lugar como ese.

Creyó que había sido un completo error salir de casa hasta que escuchó las anécdotas que Jeongyeon contaba, ella parecía ser feliz mientras hablaba de los buenos tiempos que vivió con su ahora difunto marido, pero en sus ojos se notaba el vacío que había en su corazón y Nayeon sabía claramente como era ese sentimiento, ella quería abrazar a Jeongyeon y llorar a su lado, porque Nayeon se moría de coraje al verla intentar ocultar su dolor, eso no era justo para Jeongyeon, fingir que lo había superado solamente para no hacer sentir mal a las demás, Nayeon sabía que esa mujer que aparentaba ser fuerte realmente necesitaba un abrazo mientras descargaba todas esas lágrimas que llevaba retenidas.

Nayeon quería ser su amiga, necesitaba alguien que la entendiera totalmente y que no fuera solamente una persona que por pena le asegurara que todo iba a estar bien, Nayeon sabía que nada iba a estar bien, no después de haber perdido a su otra mitad.

Entonces supo que no había sido una perdida de tiempo venir hasta aquí, no cuando había encontrado a alguien igual a ella.

Así que cuando la reunión acabó ella planeaba acercarse a Jeongyeon, necesitaba saber más de ella y entablar una amistad con aquella chica que se había roto de la misma forma en la que ella lo hizo.

Y con ese pensamiento caminó tímida hasta la miembro más antigua del club para poder hablar personalmente con ella, Nayeon sentía la necesidad de contarle todo lo que sentía porque sabía que Jeongyeon la entendería totalmente.

—Hola— Habló Nayeon con un hilo de voz.

—Hola, Nayeon— La contraria saludó con una leve sonrisa.

Y esa sonrisa fue contagiada a la mayor, además el haber escuchado su nombre salir de la boca contraria la hizo sentir menos alejada del grupo, porque al menos una de las miembros recordó su nombre aunque ella prácticamente no hubiera participado en la reunión.

—Yo...— Las palabras se atoraron en la garganta de Nayeon.

Creyó que podría hablar con ella, pero simplemente soltó un sollozo, aún no estaba lista.

Así que bajó la cabeza y dejó sus lágrimas salir.

Y entonces Jeongyeon la abrazó.

La menor no sabía aún por lo que Nayeon estuviera pasando, pero sabía que la contraria necesitaba llorar, seguramente su pérdida había sido reciente y Jeongyeon conocía el dolor que eso traía, pues a pesar de aparentar ser fuerte ella aún lloraba por las noches de la misma forma en la que Nayeon lo estaba haciendo.

Sin embargo, la menor no podía llorar, debía ser fuerte por todas las chicas del club y en estos momentos necesitaba ser fuerte por Nayeon quien lloraba inconsolable entre sus brazos.

Así que limpiando la pequeña lágrima que descendía por su mejilla, Jeongyeon continuó acariciando la espalda de Nayeon antes de que esta notara que también había llorado.

Tomó un par de segundos que la mayor se tranquilizara, pero cuando finalmente lo hizo pudo ver a Jeongyeon sonreírle cálidamente y entonces solo pudo sentirse patética, odiaba no poder continuar una vida normal como todas las demás personas que perdían a un ser querido y se levantaban, odiaba ser tan débil a pesar de haberle prometido a su esposo que seguiría adelante cuando él ya no estuviera.

Se odiaba tanto por no poder cumplir ninguna de las promesas que le hizo al hombre que amó y que aún seguía amando.

Porque ella le prometió que su enfermedad acabaría, luego prometió que seguiría adelante aún si él no estuviera y también prometió que construiría de nuevo su vida cuando él se fuera.

Nada de eso fue verdad.

Le mintió porque quería que él estuviera tranquilo antes de irse, pero Nayeon realmente no sabía si volvería a ser feliz después de su partida.

Ahora lloraba frente a una extraña que había prometido lo mismo y que al igual que ella no habían sido más que simples mentiras.

Ellas estaban rotas y no sabían si en algún momento serían felices de nuevo.

—¿Estás mejor?— Jeongyeon preguntó al verla sonreír leve.

—Sí, pero creo que es hora de irme— Nayeon habló al ver que todas las demás habían abandonado el lugar mientras ella lloraba entre los brazos de Jeongyeon.

Y entonces deshizo el vergonzoso abrazo en el que se encontraban con la intención de salir corriendo mientras se sentía estúpida por haber mostrado su lado más frágil frente a una desconocida.

Pero antes de que se alejara por completo Jeongyeon la tomó por la muñeca.

—¿Podrías darme tu número para agregarte al grupo del club?— Jeongyeon preguntó.

—No...— Respondió Nayeon, no estaba lista para algo como eso —Todavía no quiero estar en un grupo de este tipo.

—Bueno, entiendo— Jeongyeon soltó con notable decepción, pero sabía que probablemente Nayeon aún no se acostumbraba a la perdida de un ser querido.

—Pero puedo darte mi número para hablar contigo, eres la única en el club que entiende mi dolor— Nayeon extendió su mano para que Jeongyeon le diera su teléfono.





***
Porque ustedes lo pidieron... aver lloren.
Pd: capítulo sin revisar, disculpenme si encuentran faltas de ortografía.

EL CLUB DE SUPERACIÓN || 2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora