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Finalmente la tarde concluyó y la menor tuvo que regresar a casa, no hubieron más mensajes en ese día, pero con el pasar de los días la amistad de Nayeon y Jeongyeon continuó fortaleciéndose, sin embargo, ninguna de las dos sacaba el tema de su esposo frente a la otra.

Ninguna de las dos conocía los detalles, sabían que la contraria era viuda, pero no se atrevían a preguntar por más. Además de que eso significaba tener que romper barreras que tanto les había costado construir, sabían que si preguntaban ellas también tenían que hablar, y a diferencia de lo que Jeongyeon aconsejaba en el club ella no se sentía lista para seguir sus propias palabras.

Pero si algo no había pensado bien la menor era que Nayeon escuchaba atenta sus consejos y a diferencia de ella, la mayor sí pensaba ponerlos en práctica, luego de meses creyó que era momento de hablar sobre lo que había pasado, o al menos solo con Jeongyeon, porque en el club ella seguía siendo reservada.

Un ejemplo claro era este mismo momento, Nayeon se encontraba en una reunión más del club de superación del que ya formaba parte, sin embargo, ella se mantenía en silencio escuchando atentamente a Sana hablar sobre su semana.

—Entonces tenemos miedo— Sana continuó relatando —Tenemos miedo de pasar por lo mismo ahora que de nuevo estoy embarazada, no quiero volver a perder a mi bebé— La japonesa contó mientras su esposa la abrazaba.

—Tienes una nueva oportunidad de construir esa familia que tanto deseas, sé que es difícil después de todo lo que han pasado, pero ábrete a las nuevas oportunidades de la vida— Jeongyeon aconsejó y todas asintieron en respuesta.

Sin embargo, ella no se estaba abriendo a las nuevas oportunidades que la vida le estaba ofreciendo, pues a pesar de creer que se sentía atraída por alguien ella decidió reprimir esos sentimientos, porque aún después de casi un año de la muerte de su esposo ella seguía sintiéndose horrible con solo pensar que lo estaría reemplazando.

Pero eran solamente ideas suyas, pues este mismo le pidió que reconstruyera una vida cuando él ya no estuviera.

A pesar de esto Jeongyeon aún tenía miedo, no quería volver a amar a alguien y volver a perder a ese ser querido, además, nada le aseguraba que sus sentimientos eran correspondidos, así que lo más sensato era continuar reprimiéndose y simular ante los demás que ella estaba completamente bien, pues sus verdaderos sentimientos estaban bien escondidos debajo de esa máscara de chica fuerte que ella solía usar.

Entonces continuó dando consejos a las otras chicas hasta que la reunión acabó.

Estaba cansada y quería llegar a casa pronto, pero Nayeon la detuvo en la salida cuando ella iba en busca de su auto.

—¿Tienes prisa?— La mayor preguntó tímida.

—No, ¿Pasa algo?— Preguntó la menor preocupada al ver el estado en el que se encontraba la contraria.

—Quería invitarte a cenar en mi casa— Nayeon ofreció con la mirada gacha.

Esperaba con todo su corazón que Jeongyeon aceptara, pues gracias a ella era que Nayeon podía sentirse más tranquila, porque cuando Jeongyeon estaba con ella olvidaba toda clase de tristeza que la atormentaba, Jeongyeon era la única que la trataba como una persona normal, sin mostrar pena por ella, y Nayeon necesitaba seguir evadiendo esos recuerdos que la atormentaban, ella quería aferrarse a que nada había pasado, quería aferrarse a que Jeongyeon solamente era una nueva amiga que la estaba conociendo, no quería darse cuenta de la realidad, no quería darse cuenta de que Jeongyeon era una chica igual de rota que ella que solo quería evadir su realidad.

Y Jeongyeon quería lo mismo, Nayeon se había vuelto un lugar reconfortante para ella en donde podía olvidar toda clase de tristeza y dolor.

Nayeon era su anestesia.

Entonces asintió y caminaron juntas a casa de la mayor.

Pidieron un poco de comida a domicilio y miraron juntas la televisión, la cena tardó poco en terminarse, pero continuaron simplemente bebiendo algo de soju.

Sin embargo, ambas sabían que esa no era una buena idea, pues el estado emocional en el que ambas se encontraban las estaba llevando a consumir más de lo debido, pero no hicieron nada por detenerse, aquí no había nadie que pudiera juzgarlas y simplemente continuaron haciendo lo que su cuerpo pedía sin ninguna clase de restricción, no había nadie para cuidarlas, pero eso poco les importaba, solo tenían sed de olvidar su dolor aunque fuera por un pequeño instante.

Entonces la bebida comenzó a hacer efecto en ellas y la necesidad de Nayeon por hablar comenzó, sin embargo aún era conciente de las cosas y temía lastimar a Jeongyeon con alguna de sus palabras.

Pues después de todo Jeongyeon aún era una mujer en etapa de duelo.

Pero Nayeon no iba a preguntarle nada, ella solo quería desahogarse y hablar de todo eso que tanto se había estado guardando a lo largo de los meses.

—Aún recuerdo su aroma— Nayeon soltó sin más.

—¿Qué?— Preguntó confundida la menor ante aquel repentino dato.

—Aún recuerdo el aroma de mi esposo a pesar de que sus camisas lo hayan perdido— Continuó Nayeon con notable de tristeza en su mirada —Ya no queda nada de su aroma en la casa, pero lo recuerdo con claridad.

Y Jeongyeon no supo cómo reaccionar ante eso, porque cuando estaba con Nayeon no se sentía como esa misma consejera que todas veían en el club de superación, ella era solamente Yoo Jeongyeon, una chica débil y sin filtros, pero con grandes murallas ocultando sus sentimientos reales.

—Lloro cada noche— Nayeon continuó narrando —Todas y cada una sin falta, lloro aferrándome a una camisa sin olor que antes le pertenecía a él, y sigo llorando hasta que termino dormida.

Jeongyeon también lo hacía, pero a diferencia de Nayeon ella no podía dormir.

Porque además de llorar por ella y cargar con sus aflicciones también cargaba con las de las demás chicas del club. Todas confiaban en ella, confiaban en que Jeongyeon iba a ayudarlas a superar la tristeza como suponían que ella lo había hecho.

Pero ella no lo había superado, cada noche pensaba en todo lo que había ocurrido y en lo que las demás le habían contado que simplemente no podía conciliar el sueño y terminaba sin domir por las noches. Era por eso que podía atender a tiempo los mensajes que en ocasiones Nayeon le mandaba a primera hora de la mañana.

Se había vuelto dependiente del café para poder mantenerse de pie por las mañanas, sin embargo, no siempre conseguía hacerlo y terminaba por caer rendida durante el día.

Pero ninguna de las chicas del club sabía de esto, y ella tampoco quería que vieran ese lado tan frágil y deplorable de ella.

Jeongyeon no quería que por algo como eso perdieran la confianza que le tenían. Pero ella quería confiar en Nayeon, porque se sentía cómoda con ella y porque Nayeon conocía bien su dolor.

Entonces lo consideró seriamente.

Tal vez no había nada malo en expresarse aunque sea por una noche.

EL CLUB DE SUPERACIÓN || 2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora