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Jeongyeon se sentía patética por estar caminando de vuelta al edificio de Nayeon, pero, ella había olvidado su auto en aquel estacionamiento al salir de prisa cuando recibió la llamada del número de Chaeyoung.

Finalmente llegaron y se adentró al auto con el pequeño niño que la acompañaba, estaban en silencio cuando la mayor encendió el motor, pero tan pronto como comenzó a moverse el pequeño interrumpió el silencio.

—¿Por qué nos fuimos sin mi hermana?— Fue la primera pregunta del menor.

—Ella debe quedarse en el hospital hasta que se mejore— Respondió Jeongyeon intentando sonar tranquila para no asustarlo.

—¿Y eso cuánto tiempo tomará?— Volvió a preguntar curioso.

—No lo sé, tal vez un par de días— Era mentira, tal vez ella ya no iba a despertar, pero no tenía el valor suficiente para decirle eso al pequeño.

—¿Hablaste con ella?

—Tal vez— Jeongyeon siguió la mentira.

—Quiero verla, ¿Podemos ir a visitarla?

—Los niños no pueden entrar— Una mentira más.

—Entonces dile que la extraño la próxima vez que hables con ella— Él pidió con inocencia.

Y Jeongyeon solamente asintió, pues no sabía si volvería a hablar con Chaeyoung, el coma podría tardar meses o incluso años, pero no había manera de costear algo como eso, entonces Chaeyoung tenía los días contados para despertar.

Pero, Jeongyeon debía ser fuerte, al menos debía serlo por el pequeño niño que ahora cuidaba.

Entonces continuó su trayectoria con dirección a la casa Son, pues debían ir a recoger algunas cosas para que el niño estuviera cómodo en la casa de Jeongyeon.

—¿Te quedarás conmigo hasta que mi hermana vuelva?— Preguntó el menor al ver en dónde se encontraban, pero Jeongyeon negó con la cabeza —¿Entonces?

—Mas bien tú te quedarás conmigo, así que toma algo de ropa y tus juguetes favoritos porque iremos a mi casa— Jeongyeon respondió mientras buscaba la llave de repuesto que Chaeyoung siempre dejaba en una maceta.

Lo sabía porque eran cercanas y muchas veces la acompañó de vuelta a casa después de las reuniones del club.

Y una vez que la encontró abrió la puerta para dejar al niño ir en busca de sus pertenencias.

Minutos después el menor apareció con algunas mochilas que llevaron al auto de Jeongyeon para ir con dirección a casa.

Estuvo un rato entretenido con la televisión mientras Jeongyeon revisaba algunos mails de las personas a quienes ayudaba en sus duelos.

Y así se mantuvieron hasta que la noche cayó y el hambre se hizo presente en la mayor.

—¿Tienes hambre?— Jeongyeon llamó la atención del pequeño, quien asintió con un puchero —¿Hamburguesas?— De nuevo recibió un asentimiento —Genial, podemos comprar papas fritas también— Jeongyeon se levantó para tomar las llaves de su auto.

—No me gustan las papas fritas— Finalmente el niño habló.

—Entonces puedo comprarte un helado, ¿Eso está mejor?— Ofreció amable adentrándose a su auto junto al niño, quien de nuevo asintió.

No tardaron mucho en llegar a su destino y después de recibir su orden fueron en busca de una mesa.

—Si no te gustan las papas fritas, ¿Entonces puedo comerme las tuyas?— Preguntó Jeongyeon recibiendo una negación como respuesta.

—No, son para Chaeyoung, ella ama las papas fritas— Respondió el pequeño con una sonrisa que casi quiebra a Jeongyeon ahí mismo.

Entonces comenzaron a comer en silencio, pero, cuando Jeongyeon quiso ponerle catsup a sus papas fritas el pequeño la detuvo.

—¡Espera! No les pongas catsup, Chaeyoung no come papás fritas con catsup.

—Pero estas son mis papas— Ella argumentó.

—No importa, guardémosle ambas para que se mejore más rápido— De nuevo la sonrisa del niño solo pudo romper un poco más el corazón de Jeongyeon.

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Por otro lado, Nayeon nuevamente se había encerrado en su habitación y no había parado de llorar desde que Jeongyeon se fue.

No sabía con exactitud porqué lloraba, creía que Jeongyeon solamente había sido un capricho para llenar el vacío que su esposo le había dejado, pero, ahora que la menor se había ido, Nayeon no dejaba de lamentarse por no haberla valorado.

Realmente la extrañaba a ella y no entendía porqué, o tal vez en el fondo lo hacía, pero, se seguía negando a aceptarlo, pues aún creía que debía serle fiel a Junghoo, y extrañar a otra persona no era algo fiel.

Aunque ya se había besado con ella, pero seguía repitiéndose que lo había hecho solo para recordar a Junghoo.

Pero, realmente ya ni siquiera sabía porqué lo hacía, pues a pesar de sentirse completamente diferente a él, Nayeon había mantenido esa relación con ella y mentiría si dijera que no le había gustado la forma en la que Jeongyeon la trataba.

Sin embargo, ella estaba asustada, no podía entender lo que estaba sintiendo y le costaba creer que al menos le gustaba una mujer, porque estar enamorada definitivamente era algo que Nayeon nunca aceptaría.

No era homofóbica, pero nunca había sentido algo así y le costaba comprenderlo, era tan fácil como abrir los ojos, pero a la vez tan difícil para una persona tan terca como ella.

Entonces siguió llorando, porque ni siquiera tenía con quien hablar sobre eso, ella misma había alejado a Jihyo de la misma forma en la que alejó a Jeongyeon, diciendo palabras hirientes que en realidad nunca fueron su intención tan siquiera pensarlas.

Pero ya no se trataba solo de su intención, el daño estaba hecho y ella solo podía intentar recoger el desastre que había dejado.

Entonces tomó su teléfono y se sintió como una completa idiota al marcar al número de su mejor amiga.

Sabía que estaba siendo egoísta, pero ella solo quería de vuelta a su mejor amiga.

Y por suerte, Jihyo tenía un corazón tan grande que no podía guardar ni una sola pizca de rencor.

Así que atendió la llamada al ver de quién se trataba y no lo pensó dos veces antes de salir de casa con dirección al hogar de su mejor amiga.

Solo quería darle un abrazo y consolarla al escucharla llorar a través de la línea.

Así que no perdió el tiempo para reunirse de nuevo con ella.

Maratón 2/?

EL CLUB DE SUPERACIÓN || 2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora