Ambos se vistieron bajo la mirada del otro, sintiendo esa química y complicidad tras el desastre que habían creado.
Limpiarse no fue un problema, pero Lysander seguía manteniendo un cosquilleo en su vientre y piel al recordar la calidez de Asher dentro y fuera de él. De cierta forma, él sabía que había vuelto por Asher Hawk porque quería corroborar si esa química fue solo de una noche, y sin dudas, esa energía que lo atraía al Alfa se mantenía.
Quería hablar más con él.
Quería conocerlo más.
Quería tener más sexo con ese Alfa.
No debía perder la oportunidad de conseguirlo.
—¿Puedo pedir tu número? —se atrevió a preguntar, terminando de vestirse.
Asher Hawk sonrió.
—¿Para qué lo quieres, específicamente? —preguntó él, abrochándose el saco.
—Cuando dije que quería conocerte no fue mentira, Alfa—respondió, acercándose con precaución a la vez que liberaba una dosis de feromonas.
Asher olisqueó ligeramente.
—Ajá—asintió, observando fijamente los ojos de Lysander—. Haré que te creo.
—Bueno, y también ¿Qué tiene de malo tener una persona que estaría dispuesta a bajarte esas ganas que te traes de romper traseros? —soltó el chico, causando una pequeña risa por parte del Alfa.
Asher Hawk dudó un tiempo. Sabía que había roto su regla y ya era tiempo de que actuara como si nada habría pasado, pero por una mágica razón: Ese Omega le era bastante llamativo. Sin otro remedio, Asher buscó dentro de su bolsillo dentro del saco, sacando una tarjeta de presentación.
—¿Es tu número privado? —preguntó Lys, recibiéndolo.
—No, es mi número de trabajo. Da vuelta los últimos tres dígitos y ahí tendrás el privado—Asher sonrió—. Solo prométeme que no se lo darás a nadie, porque en ese mismo momento te habrás condenado.
Lysander fijó su vista en la tarjeta, luego en el Alfa que mantenía alzada una de sus cejas, esperando su respuesta.
—Claro ¿Tú crees que echaría a perder mi nuevo juguete?
Asher Hawk no era un juguete, pero por alguna razón, lo dejó pasar.
. . .
Habían pasado solo dos días cuando Lysander no pudo evitarlo más: Quería hablar con Asher.
Durante esos dos días solo pudo distraer su mente con información que podía recopilar de Asher, como su reputación, sus grandes ingresos millonarios y chismes sobre sus interacciones personales. Pero su mayor pensamiento era su estúpido sentido de colegiala enamorada que seguía sin tragarse el que pudo acostarte con aquel Alfa.
Dos veces.
Y vaya que Asher era excelente en el sexo.
Lysander no era de acostarse con desconocidos, nunca lo fue. Siempre había sido selectivo con quién compartía cama, en especial al ser dominante: Muchos Alfas le causaban náuseas.
Su primera vez fue con un chico Beta, tenía diecisiete años. En esos momentos era un joven adolescente con sus sentidos de Omega dominante a flor de piel. Su familia era generalmente de Betas, ningún Alfa y escasos Omegas. Nadie estuvo preparado cuando se definió como tal.
Fue un trabajo bastante duro.
Aquel Beta no estuvo mal, pero claramente no había conseguirlo satisfacerlo. Al cumplir sus dieciocho años, encontró un Alfa de su agrado que no tardó en caer en la tentación de un Omega dominante. Ese sexo fue caótico, aquel chico soltaba feromonas como un loco, llegando a provocarle un dolor de cabeza a Lys.
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Alma errante
Teen FictionLos medios noticieros se veían en un bufet de novedades al ver dos de tres de los grandes Alfas de la temporada comprometiéndose, pero ¿Qué ocurrió con Asher Hawk? ¿Por qué comenzó con una actividad altamente sexual? Nunca repetía una noche con la...