NUNCA EXISTIÓ

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Llegué a un lugar particular, un pueblito en medio de la selva tropical del Ecuador en las faldas del Cutucú.  Se me envió a investigar sobre un pueblo del que no se hallaba registros desde los años cuarenta, ni en el gobierno central, ni en el municipal; nadie supo responder a mis interrogantes. Un camionero me habló sobre un anciano, el mayor de todos en el pueblo este solía contar historias de antaño. Él sabría me dijo.

En una casa de madera de dos pisos me recibió el Señor Humberto Gualpa, jorobado con el cabello cano, el poco le quedaba, su piel era canela y con ya varias manchas por su edad; era un hombre de campo, se mantenía cuerdo, hablaba con regodeo y cortesía, nos sentamos en unos muebles viejos de un forrado delgado, me dolió el coxis al sentarme confiando de que fuera acolchado, el Señor Gualpa pareció notarlo y soltó una risilla.

─Siempre pasa ─ dijo mostrando su dentadura postiza.

─Esta experiencia me servirá para la próxima ocasión─ le dije igualmente riendo.

─Con gusto lo recibo de vuelta.─ Expresó todavía sonriente.

Superado el incidente le pedí que me contara sobre lo que le ocurrió al Pueblo de Santa Isabel, y lo hizo:

"Sucedió un día muy extraño, las nubes estaban así... estáticas en el cielo, planas, casi rectangulares; pero, el río estaba hecho chocolate, parecía hervir por tanta agua con lodo que traía. el agua arrastraba balsa, ramas, zinc, troncos de plátanos y tablas de la casa de Don Ramiro que se cayó al río más arriba. A él y su familia no le pasó nada. El puente que servía para cruzar a Santa Isabel, a ese si se lo llevo el río; al otro lado del río... el río Shakay, estaba el pueblo, uno pequeño, de no más de... cien personas.

Yo vivía del otro lado, teníamos un restaurante, con mi mama y mi taita; ahí se detenían los transportistas en antaño, los camiones y buses eran demasiado pesados para cruzar el anterior puente de madera; cuando ocurrió todo aquello el puente ya era de cemento, unos cincuenta metros de... puente.

En la noche hubo una lluvia terrible, tronaba durísimo, asustaría hasta al diablo; el viento soplaba como huracán, parecía que el cielo se caía, desde mi cuarto escuchaba como el río sonaba. Viera que bestia era ese sonido, el viento arrancó el techo de zinc de mi cuarto, el agua entró por todos lados, y tuvimos que dormir con un colchón bajo la mesa para que no se nos cayera la casa encima. Al día siguiente... salí a ver cómo había quedado el patio, pura agua. Inundado todo, nuestra casa no se llenó de agua de milagro, me acerqué a la orilla y no vi nada. El pueblo ya no estaba, se lo tragó el río, solo las copas de los árboles quedaban sobre el agua."

Sorprendido por el relato inquirí ─ ¿Cómo es que solo usted lo recuerda?

─Porque era la guerra muchacho, a nadie le importaba un caserío perdido en la selva. Todos los demás como yo que conocían la historia ya murieron, el pueblo no se volvió a crear; los familiares cercanos se fueron, los transportistas sin ganado, ni productos que negociar ya no volvieron, y para los más jóvenes, el pueblo es una leyenda; para ellos simplemente nunca existió.

MELANCOLÍA, INCERTIDUMBRE Y PORVENIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora