EN EL VACÍO

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Oksana observa las estrellas por la ventanilla de su módulo; está casi sin aliento, su visor repele la radiación dañina, además de desvelar las ondas lumínicas que estaban fueran del espectro visible, sus ojos oscuros se deslumbran con la luz caleidoscópica procedente de la cola de un cometa a la cual golpean los fotones del sol. La tecnología había logrado llevar cosmonaves tripuladas fuera del sistema solar, acercando directamente a la humanidad a los fenómenos siderales, antes vislumbrados solamente a través de potentes telescopios orbitales; motores iónicos propulsan la nave a distancias lejanas, poderosos radio telescopios envían los descubrimientos y el mapeado del cosmos a relés de repetición que dejan a lo largo de su viaje. Por delante van sondas con una avanzada inteligencia artificial, guían el viaje desde una unidad astronómica de distancia; todos estos magníficos avances han llevado a la humanidad a trascender sus límites naturales, ahora la especie surca el infinito vacío, extendiendo su simiente por las estrellas. Oksana reflexiona sobre todo eso mientras sus pulmones se vacían de aire, aleja su vista del hipnótico vacío sideral; sus compañeros se hallan fríos, flotando en los diferentes módulos de la cosmonave. Hace horas habían sido impactados por un fragmento de roca congelada que se desprendió del cometa, no hubo forma de reparar el daño, ni se podía regresar antes de que se ahogasen, continuaron hasta su final. Oksana con cada segundo muere más lejos de la cuna de la raza humana, donde el oxígeno tampoco abundaba.      

MELANCOLÍA, INCERTIDUMBRE Y PORVENIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora