Ohana

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ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


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Ohana.


Take control of who you are
Stay the same, don't let them change you
Take control of who you are
'Cause ain't nobody gonna save you

Take control of who you are
When the world is getting stranger
Take control of who you are
Stay the same, don't let them change you

Take control, Kodaline.


Mansión Rengoku.

Clan de la Llama, Fuego.



Senjuro se mordió un labio, mirando el papel que le habían entregado en la escuela y que necesitaba la firma de su hermano mayor, Kyojuro. Sus pies se tallaron entre sí al mecerse sobre sus talones, indeciso frente a la puerta del estudio que le correspondía a la cabeza de la Familia Rengoku, el Clan de la Llama o del Fuego Solar como le decían también. Era un pequeño chico de casta Alfa cuyo dominio era muy frágil todavía para imponerse a su alrededor, diferente al de su hermano quien podía hacer inclinar cabezas con esa voz imponente que siempre suavizaba para él porque lo amaba por sobre todas las cosas y Senjuro sentía lo mismo, solo que a veces deseaba cosas que no eran posibles.

Como esa salida escolar.

Tomó aire, armándose de valor al levantar una mano para tocar las puertas dobles de fina madera talladas con el blasón de la flama, deteniéndose a medio camino porque ese coraje se esfumó igual que apareció, todavía indeciso. Kyojuro era como un padre para él, cuando su madre falleció, se hizo cargo de su tierna e indefensa persona porque su padre Shinjuro se convirtió en un fantasma entre la bebida y esos deberes que hasta el momento el cachorro desconocía pues su hermano mayor quería una vida diferente para él, razón por la cual había hecho muchos cambios en los negocios familiares con el fin de dejarle un patrimonio que no tuviera un pasado turbio. Nada le faltó, nada excepto la libertad de ir y venir por todos lados o de estar con cualquier persona que se le antojara como lo hacían los chicos de su grupo.

Una salida escolar era exponerse, si había algo en lo que Kyojuro le había pedido con especial hincapié que le obedeciera fue en eso, no ir a dónde no debía ni exponerse. Porque su familia era uno de esos respetadísimos, temidos clanes yakuza. Aunque su hermano lo disfrazara de otras cosas, Senjuro lo sabía, solo bastaba ver la gente que rodeaba a Kyojuro para darse cuenta de que ciertamente un exitoso comerciante de productos internacionales no lo era tanto. El pequeño Alfa gimió, apretando el papel con los ojos rozados porque estaba muy seguro de que no iba a darle permiso, se lo cambiaría por un viaje juntos a donde quisiera, pero no andar solo en un lugar donde su gente no pudiera cuidarlo.

OnryōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora