Paz

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ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


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Paz.


"La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días."

Benjamin Franklin.

"La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar."

Thomas Chalmers.

"La felicidad es la certeza de no sentirse perdido."

Jorge Bucay.

"La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo."

Victor Hugo.



Senjuro abrazó sus piernas, conteniendo su sollozo y mirando alrededor, esas viejas paredes de la casa de su madre, una casa olvidada que gritaba por mantenimiento. Era una suerte de escondite, uno un poco peligroso pues se encontraba fuera del territorio del Clan Rengoku. No había querido escapar así, no era propio de un Alfa el desaparecer sin dar más explicaciones, ya no deseaba ser un estorbo, no cuando su hermano estaba por obtener una vida que en verdad se merecía.

De quedarse, haría que se peleara con Tengen por las cuestiones de sucesión y jerarquías familiares y tampoco fue su deseo. Le habían dado abrigo en ese hogar tan excéntrico sin pedirle nada a cambio más que mantenerse a salvo, por lo menos debía corresponder a esas atenciones con algo similar, no dar problemas. Estaba contento si le preguntaban, escuchar que sería tío le alegraba el corazón y por ello quería obsequiarle a su sobrino una familia estable donde él no fuera la manzana de la discordia.

Unas sirenas se escucharon a lo lejos, ambulancia al parecer. Se sorbió su nariz, limpiando sus ojos antes de buscar en su morralito una golosina que se había metido, no tenía mucha comida y debía pensar pronto en una solución. Ya no era el niño bonito de la familia Uzui ni tampoco el hermanito indefenso de Kyojuro Rengoku, debía crecer y ser un Alfa como su padre reclamó en vida. Senjuro suspiró un poco, abriendo el paquete de la barrita de chocolate que se llevó a la boca, volviendo a abrazar sus piernas en tanto comisqueaba esa golosina.

El árbol seco que se asomaba frente al ventanal roto no lejos de él se meció repentinamente. Senjuro frunció su ceño, soltando la barrita que rebotó en el suelo sucio cuando un rostro apareció por el ventanal con una sonrisa de oreja a oreja.

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