ONRYŌ
Autora: Clusmykitty
Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse
Pareja: Uzuren.
Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.
Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.
Gracias por leerme.
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El golpe maldito.
Some of them want to use you
Some of them want to get used by you
Some of them want to abuse you
Some of them want to be abusedSweet Dreams, Eurythmics.
Yoshiwara, Tokyo.
3 de la mañana.
El detective Raybito detuvo su auto junto al resto de las patrullas, mirando todos los oficiales alrededor de la valla de seguridad hablando entre sí. Notó esos rostros nerviosos, la escena del crimen debía ser sangrienta para que estuvieran tan inquietos, vaya que lo era si lo habían despertado de su apacible sueño para atender el llamado urgente del comisionado. Raybito suspiró, acomodando su gabardina al quitarse el cinturón de seguridad y bajar despacio de su auto compacto con algo de esfuerzo por ese abdomen pronunciado, un monumento a sus angustias, horas de desvelo y montones de donas con café que había tomado a lo largo de su carrera como detective del distrito de Yoshiwara. Estaba por jubilarse, le faltaban algunos meses y entonces podría retirarse al campo a sembrar o pescar, todavía estaba decidiéndolo.
—Jefe, malas noticias —lo saludó un oficial joven.
—No me digas. Me levanto por la madrugada de puro gusto.
Se llevó una mano a sus cabellos cenizos, cerrando un poco más su ajustada gabardina porque hacía frío pese a que estaban en verano, o sería que tenía la sensación de que estaba por ver algo que iba a cerrar con broche de oro su carrera tan prominente. Siguió al muchachito por entre los demás policías, cuerpos forenses, sabuesos y demás. Joder. El lío era en grande. Raybito tentó por encima de su gabardina, recordando que por las prisas no se había metido su botecito de pastillas para la gastritis. Maldijo entre dientes mientras llegaba hasta la orilla del puente donde estaban inspeccionando, tomando una linterna que le fue ofrecida al descender a un costado, por un suelo pedregoso lleno de arbustos secos con espinas que se pegaron a su pantalón. Tendría que limpiarlo luego de llegar a casa, si es que podía darse ese lujo, la experiencia le decía que tendría que beberse toda una cafetera.
—Por aquí, jefe.
Raybito sacó un pañuelo para sonarse, estaba demasiado viejo para tolerar tantos aromas con diferentes humores al mismo tiempo, la mayoría eran Alfas porque recientemente el Departamento de Policía sentía que debían tener feroces miembros debido a la ola de criminalidad que se había soltado de repente. El propio detective era un Alfa, pero de esos que no molestaban, quizá de joven fue igual de molesto con una esencia picante, ahora apenas si se podía distinguir de un Beta y eso le agradaba mucho, tenía sus ventajas el pasar desapercibido en un distrito donde muchos Alfas estaban peleando por dominar. Cuando terminó de limpiarse, su rostro se contrajo en un rictus de dolor porque el nuevo aroma que vino a él fue de sangre y metal.
Un asesinato.
Le abrieron el paso, siendo de los más veteranos del cuerpo policíaco le tenían respeto, dejando que viera la escena del crimen. Ahí, debajo del puente vehicular, entre piedras en la orilla del río que pasaba por debajo ahora algo seco, estaba el cuerpo de una mujer. Una Beta. Raybito gruñó, siempre le molestaban las víctimas que eran mujeres o cachorros, los consideraba como indefensos en sus viejos hábitos de un hombre moldeado en otra época. Su mirada fue de tristeza cuando las linternas iluminaron mejor el cuerpo boca debajo de la chica. El forense hizo una reverencia al detective antes de informarle sobre el estado de la joven, señalando con una mano enguantada las evidencias en su piel.
—Forcejeo, estuvo defendiéndose, a juzgar por los moretones, probablemente estaba en el puente cuando fue arrojada, ya estaba muerta para entonces o murió durante la caída.
—¿Qué clase de animal hizo esto?
El forense le pidió que se aproximara. La chica había sido golpeada de una forma que Raybito reconoció a todas luces como el modus operandi de los grupos yakuza. Uno en particular. Le extrañó muchísimo porque tenía entendido que su joven líder ya no estaba en esta clase de problemas, pero no se podía saber con ellos. Los ojos de Raybito recorrieron el cuerpo de piel pálida ahora, esos cabellos que estuvieron peinados elegantemente, todavía con un Kushi en un lado, sosteniéndose precariamente de unos mechones de cabello negro. El kimono era de seda, rosa con puntitos de copos de nieve. A la joven le habían rebanado el cuello además de abrirle el vientre a punta de cuchilladas, arrancándole su matriz.
—¿Testigos?
—Nadie, detective, este paso estaba cerrado por reparaciones en la carretera más adelante y no hay cámaras cercanas, no al menos lo suficiente para saber quién pasó por aquí.
—¿Podemos girarla?
—Adelante —asintió el detective.
Colocaron el cuerpo completamente boca arriba, dejando esa postura espantosa de un cuerpo que rebota entre rocas antes de caer. Al ver el hermoso rostro no tan desfigurado, Raybito se quedó muy serio porque lo reconoció, más no dijo nada mientras los forenses terminaban de tomar fotos y recolectar evidencias. ¿Cómo era posible que esa chica estuviera muerta? Era imposible. Lo peor es que si había sido asesinada, eso significaba que de nuevo los clanes de yakuza iban a masacrarse entre sí. Uno de los forenses acomodó la pierna dislocada sin calzado. Raybito confirmó sus sospechas cuando vio ese frágil tobillo con el tatuaje de una llama en él. La flama ardiente del Clan Rengoku.
Imposible.
Esa chica Beta era nada menos que Koyuki Rengoku, la prometida o al menos novia del líder del clan, Kyojuro, llamado el Hashira de Fuego. Solo había dos posibilidades en ese sangriento crimen: o el joven a quien Raybito conocía personalmente la había asesinado por alguna razón incomprensible, o fue otro clan que estaba cobrándose venganza. El detective conocía cómo se trataban entre ellos, y que uno hubiera tocado a la familia del otro era ya el augurio de una guerra porque se convertía en algo personal, no solo el dominio del distrito o la reafirmación de poder Alfa.
—¿Jefe? —ese chico policía esperaba por sus órdenes.
—Tenemos que llamar al comisionado, un infierno está por desatarse.
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Onryō
FanficOnryō (fantasma vengativo). Los clanes yakuza han estado en relativa calma, pese a que uno de ellos se ha deslindado de las actividades criminales, el Clan de la Llama a cargo de Kyojuro Rengoku, quien encontrará en Tengen Uzui, líder del Clan del...