Feral

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ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


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Feral.


"No trates con un hombre rabioso que no tiene nada que perder."

Anónimo.

"Apagaste mi furia para hacerla tristeza, pero mi furia fue primero tristeza."

Juan Gelman.

"Un hombre es tan grande como las cosas que le hacen enojar."

Winston Churchill.


En algún lugar de Tokio.


Gritos precedieron la estampida de demonios aventando los portones del almacén para huir lo más rápido posible del Hashira del Sonido que iba tras ellos. Lo sabían, era una regla no escrita que uno de esos Alfas cuando estaba realmente furioso era como un volcán estallando que arrasaba con todo y que Tengen Uzui estuviera cazándolos como si no hubiera un mañana era solo la premonición de una muerte dolorosa. No tenían idea de la razón, pero los sicarios eran lo suficientemente inteligentes para saber que ese tipo de preguntas no se respondían en esos momentos que buscaban llegar a los botes que los sacarían de ahí antes que las espadas bailarinas en manos de Uzui alcanzara sus cuellos.

—¡NO HUYAN MALDITOS CERDOS!

Uno de ellos trastabilló, cayendo al suelo entre rebotes, abriendo sus ojos de par en par al escuchar el rugido del Hashira a pocos metros de él, girándose a gatas queriendo ponerse de pie, cayendo de nuevo por el piso resbaloso gracias a la recién lluvia. Una fuerte mano lo alzó en vilo, azotándolo después sobre su espalda que rebotó dolorosamente, algo por ahí se fracturó, sin poder quejarse pues la punta de una espada curva cayó sobre su cuello.

—¡¿A dónde fue el convoy de Akaza?!

—¡N-No lo sé!

—¡Mentira!

—¡Juro que no lo sé!

Los ojos de Tengen brillaron en rabia, enterrando sus espadas en las manos del sicario, retorciéndolas para hacerlo gritar.

—¡PIEDAD! ¡PIEDAD! ¡EL CONVOY SE MARCHÓ A LA ISLA! ¡NO SÉ CUÁL ES, SOLO LE DICEN ASÍ!

Después de cortarle la cabeza, corrió hacia una de las motocicletas libres que tomó para alcanzar esa camioneta que notara había sido la primera en huir cuando llegó con sus hombres. Ellos debían saber, o al menos eso fue lo que pensó. No tenía tiempo qué perder, entre más dejara pasar las horas, Akaza podría hacerle daño o matar a Kyojuro, lo único que estaba deteniéndolo de no hacerlo ya era esa venganza de la que le había hablado Senjuro. Tenía el tiempo en contra, así que no podía desperdiciar ni un minuto, sin importarle si descansa, comía o dormía.

OnryōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora