Onryō

Silencio

ONRYŌ

Autora: Clusmykitty

Fandom: Kimetsu No Yaiba/Omegaverse

Pareja: Uzuren.

Derechos: a que el senpai se dé cuenta de mí.

Advertencias: esto es un AU de mafia, por lo que habrá cosillas desagradables, algo grotescas, incómodas porque estos mundillos no son jardines de rosas perfumadas. Y como es un Omegaverse las cosas se ponen de color hormiga. Que no les digan que no les cuenten porque les mienten. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.

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Silencio.

"No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento."

Emilio Castelar.

"El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece."

George Sand.

"La vergüenza viene en ayuda de los hombres o los envilece."

Hesíodo.

"La verdad de ninguna cosa tiene vergüenza sino de estar escondida."

Lope de Vega.

Hospital de Tokio.

Su mente era un caos.

Kyojuro no estuvo seguro de qué cosas eran reales y cuáles no. Todo era difuso, inconsistente y no hallaba una forma de separar fantasía de la realidad, menos cuando las imágenes que danzaban en su mente eran una combinación de sus emociones reprimidas, viejos recuerdos amargos con lo que había experimentado en los últimos días. De pronto se vio como un cachorrito bailoteando alrededor del kimono de su madre, quien sostenía en sus brazos a su pequeño hermano Senjuro, caminando por el jardín de cerezos en una mañana clara para recibir a su padre que llegaba de una misión ataviado en el traje de los Rengoku que servían al patrón. Casi podía olfatear el aroma tan dulce de su madre, el tierno de su hermanito, las flores de cerezo cayendo. Entonces, el día se nublaba y una carcajada se dejaba escuchar, viendo el rostro de Koyuki con ojos desorbitados alzando un cuchillo que enterraba en la espalda de su madre.

Ahora volvía a ser el Pilar de la Llama, sujetando su espada con rabia para defender a su familia, hallándose solo en un enorme salón que de pronto cerraba puertas y ventanas, escuchándose el siseo de serpientes, seguido de una voz gruesa prometiendo que moriría. Un espantoso chirrido lo hacía encogerse porque su cabeza dolía debido a su oído torturado por semejante sonido tan agudo para sus lastimados órganos que el Alfa se hallaba vomitando sangre por el estrés. El chirrido se detenía, cambiando por una hermosa melodía, una risa musical que venía acompañada de un aroma suave, cerezos y miel, el canto de una sirena, unos ojos violetas sonriéndole, acaparando su vista mientras era envuelto en un capullo de cabellos blancos como la nieve.

Gritó.

No supo cuánto tiempo, el dolor fue terrible, demasiado para resistirlo por más tiempo. Su padre lo empujó al suelo con una bofetada que lo hizo rebotar, estaba avergonzado de él por ser tan débil, haber permitido que lo traicionaran de manera tan patética, exponiendo a todos con ello, especialmente a su hermanito inocente de sus errores como Alfa. Kyojuro quiso disculparse con su padre, arrodillándose frente a él, pero su rostro había cambiado. Akaza le propinó una patada, enterrando un puño en su costado rompiéndole unas costillas. La nueva oleada vino otra vez, unas luces muy blancas lo hicieron apretar sus párpados, aromas diferentes, de tensión, medicamentos, miedo...