14. Primera fiesta

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Llevaba todo el día estudiando sin parar, desde las ocho de la mañana que me había levantado hasta las 18:00 de la tarde, seguía rematando unos apuntes a medias pero estaba a punto de finalizar por fin.

Me había jurado a mí misma que si iba a esa fiesta no pararía de estudiar hasta sacar humo por las orejas ya que posiblemente el domingo por la mañana no podría levantarme tan pronto como de costumbre y estudiar quedaría en el olvido.

Dejé caer mi espalda contra la silla exhausta, miré hacia el techo —Por fin.

Me encontraba sola en casa, como Andrea había convencido a papá y a mamá para que me dejaran ir a la fiesta fueron a pasar el día a casa de la tía Mónica y estar todos juntos. No me suponía ningún problema pasar la noche sola ya que estaba acostumbrada a ello cuando iban y volvían cada dos por tres del hospital.

Cogí el móvil de encima de mi cama, como me suponía Espe ya me había hablado para que volviera a confirmarle por decimo cuarta vez que efectivamente sí que iba a la fiesta. Se lo volví a confirmar, respondió con varios emoticonos emocionados.

Habíamos quedado a las 20 por lo que tenía aún tiempo para cenar algo y luego arreglarme, aunque no sabía muy bien como era eso de arreglarme, pero Espe me prometió venir a casa a ayudarme, por lo que estaba más tranquila.

Daba vueltas para aquí y para allá después de cenar esperando su llegada, había sacado todo lo decente de mi armario para que escogiera ella mi ropa y por fin, sonó el timbre.

Abrí la puerta y me quedé atónita al verla, iba radiante. Llevaba unos pantalones ajustados y el pelo suelto, un jersey rojo que combinaba con su pintalabios. Sonreí.

—Estás increíble.

—Ahora vas tu —sonrió entrando a casa.

Subimos a la habitación, escogió un jersey negro ajustado que nunca me había puesto y unos jeans. Me cambié y su mirada de aprobación lo dijo todo. Cepilló con esmero mi pelo para dejarlo justo como ella quería y luego me maquilló sutilmente, no quería nada exagerado. 

Me puso rimmel y un poco de brillo en los labios, además de colorete. Cuando finalizó me puso frente al espejo cogiéndome por los hombros, me veía rarísima con maquillaje, pero me veía bien.

Me gustaba verme así.

La miré convencida, nos íbamos hacia la fiesta que tanto ansiábamos.

(...)

Fuimos en autobús debido a que la casa donde se hacía la fiesta se encontraba lejos de la mía, paramos a cinco minutos de nuestro destino. Cuanto más nos acercábamos más nerviosa me ponía, se escuchaban voceos e incluso era capaz de distinguir la música sonando en el interior de la casa.

Cuando por fin estábamos fuera de la casa nos dimos cuenta de que en el jardín a penas había gente, por lo que deduje que todo el mundo se encontraba ya dentro. Miré a Espe que ya estaba decidida con la mano en el pomo, abrió sin pensárselo dos veces.

La casa estaba abarrotada, la música sonaba alta e incluso habían luces. Me quedé paralizada en la puerta pero la mano de Espe me agarró obligándome a entrar.

—Vamos a quitarnos los nervios.

Nunca la había visto así de animada, posiblemente esos ánimos derivaban de los nervios que tenía, sabía que Eric también rondaba por ahí, doble nervios.

Mientras ella me guiaba yo miraba hacia todos los lados, habían muchísimas caras conocidas, pero también otras que no reconocía ni por asomo. Su agarre se detuvo y miré de nuevo al frente, nos encontrábamos en una sala con una barra y una gran cantidad de botellas y vasos.

Rompiendo mis esquemas (PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora