16. Cooperar en la biblioteca

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El domingo fue uno de los días más raros para mí, aún nadie había regresado a casa ya que llegarían esa misma noche, y lo único que hice fue revolcarme de aquí para allá en la cama tratando de saber que coño había pasado en esa fiesta. Había tanta información que me iba a estallar la cabeza.

Recordaba datos importantes, Espe con Eric dándose el lote y lo que no es el lote, Gisella quiere arrancarme la cara por segunda vez, Oscar por en medio, sola en la fiesta, bebo con Oscar, Gisella besando a Oscar, también se me confiesa... Ordenarlo cronológicamente me costaba un poco más, pero lo básico lo tenía.

Miraba el techo tumbada en la cama como una estrella de mar, había sido capaz de realizar unos ejercicios de matemáticas para repasar, pero mi mente no daba para nada más. Seguía recordando información cuando de repente un recuerdo fugaz apareció en mi cabeza haciendo que instintivamente me sentara abruptamente en la cama.

César. 

Había estado con César, más de lo recomendado por mi cerebro y mi paciencia, pero había estado con él. Y si no recordaba mal, me había ¿apoyado?

A su manera, por supuesto, su manera de mierda, pero fue la única persona en hacerlo. Bueno, tampoco se le podía llamar apoyo como tal, se burló de mí y cuando me cansé me fui.

O al menos así era como lo quería recordar, un mínimo de ''afecto'' entre él y yo haría que la piel se me erizara, era inconcebible e irracional, prefería vivir pensando que simplemente disfrutó de mi desgracia y yo seguí odiándole en ese momento y ya está.

Con Espe a penas hablé, aunque era cierto que no se lo tenía en cuenta, me dolió saber que a penas se preocupó por lo que podría estar sucediéndole a su amiga, en el camino de vuelta a casa simplemente hablamos de su aventura con Eric.

Espe ebria era como una persona totalmente diferente a la dulce Esperanza que conocía.

Y así pasó el domingo, haciéndome esquemas mentales sobre todo lo sucedido, intentando hacer algo de clase sin fuerzas y revisando las redes sociales todo el tiempo. Gisella había subido una historia con Oscar es misma mañana, quería vomitar.

¿Qué cojones decía Oscar de que le gustaba?

Seguía sin comprender muchas cosas, pero si algo era cierto, era que cada vez mi interés por él era menor. 

(...)

Cuando llegó el lunes me levanté antes de hora para hacer algo más de deberes, avancé en unas tareas para así no sentirme tan mal conmigo misma. 

Al llegar al instituto me di cuenta que el tema de conversación era el sábado, todos en clase hablaban de la fiesta, absolutamente todos, Espe conversaba conmigo ya de una manera más tranquila y siendo realmente Espe, así que pude contarle todo lo ocurrido lo cual la dejó en shock. En su rostro pude ver el arrepentimiento de no haber estado y lo tonta que se sentía, me dio un abrazo para tratar de enmendar la noche, algo muy complicado, pero ella siempre tendría mi perdón, hiciera lo que hiciera.

En las horas lectivas no conversé casi, por no decir nada, todos seguían hablando pero yo debía centrarme de nuevo en lo importante, lo demás era secundario. Además, los comentarios se comenzaron a tornar repetitivos: ''Fue la hostia'' ''Yo iba super borracho'' y un largo etcétera.

Evitaba a toda costa a Oscar por los pasillos, hasta tal punto que me escondía para no toparme con él, sabía que teníamos una conversación pendiente, pero ese no era el momento, ni siquiera era capaz de mirarle a los ojos aunque bien sabía que él me perseguía con la mirada.

A la hora del patio Espe me miró con ojos de cordero degollado, sabía lo que iba a decirme.

—Ve tranquila —sonreí un poco desganada colgando mi mochila.

Rompiendo mis esquemas (PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora