12 - Rogón

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Félix

–Es pésima idea –su cara de terror me hace dudar si esto es buena idea.

–¿Qué? ¿Por qué?

–Estamos hablando de Tania, ¿si captas? –pregunta como si se refiriera a un inepto.

–Y...

–Dirá que no.

A veces solo quiero a alguien que sea positivo, carajo, parece que soy el único que confía en sí mismo y en los demás, ¿acaso soy el único que tiene fe de que todo saldrá bien?

–Claro que no –le resté importancia para no sentirme agobiado–, eres demasiado pesimista, a veces creo que eres hermano de Jay –trato de bromear, realmente ya no estoy tan entusiasmado.

Debo tener fe en mí, si no lo hago yo, ¿quién más lo hará?

–Eso sería asqueroso, sabes cuántas veces he dicho que Jay está bueno, no soy un incestuoso.

–Okey, okey, ¿me harás el favor, sí o no?

–Está bien, lo haré, pero si ella pregunta quién te ayudó, no fui yo –su dedo índice me señala de forma acusatoria–, ¿estamos claros?

–Más que claro.

Me río de Ander y sus delirios. Mis ojos se pierden tras de él, donde se encuentra la piel morena de la chica de peli negra, sonriendo a la cámara. Si he aprendido algo de Tania, es a diferenciar las sonrisas que da, y la que tiene en estos momentos es de "estoy cansada, me quiero ir, pero el dinero que me pagarán vale la pena".

Sus ojos se encuentran con los míos y algo en su sonrisa cambia. Ya no es una sonrisa cansada o desgastada, es una sonrisa amplia y llena de burla. Y aunque suene raro o patético, me gusta cuando se ríe de mí, porque no lo siento así, siento que se está riendo conmigo.

–No sé por qué tu sonrisa no me convence.

–Todo saldrá bien, déjamelo a mí –lo tranquilizo, y realmente no sé si todo saldrá bien, pero trataré de que así sea, ella lo vale.

***

Mierda, ¿cómo se convence a alguien de que una carrera ilegal no es peligrosa cuando el nombre lo dice? ¡Ilegal! Veamos el lado positivo de ir a una carrera ilegal: puedes sentir la adrenalina del momento, la euforia de la gente, te puedes accidentar o, en su defecto, atropellar a alguien. Tú podrías morir o ese alguien podría morir, pero ese no es el caso.

Okey, sí, las carreras ilegales son muy peligrosas, pero más peligroso es quedarse con las ganas de asistir a una.

–¿Hace cuánto no sales? –espero que esta táctica de la vieja aburrida funcione, estoy seguro de que tiene mínimo como dos años de vida aburrida.

–No lo sé –se encoge de hombros, restándole importancia.

–¿Cuánto?

Mientras piensa y se queda sin dedos de las manos y de los pies para seguir contando, me paseo por el camerino que le asignaron el día de hoy mientras grabábamos la propaganda del energizante.

Luego de terminar la grabación, decidí acercarme a la princesa y proponerle ir a una increíble y majestuosa carrera de motos. La respuesta fue no.

–Puede que sean dos semanas o tres días –la escucho decir a mis espaldas–. Cinco meses, creo.

Me volteo para poder mirarla. Se acerca a pasos lentos y dubitativos, como si temiera. Realmente no soy el ser más paciente, así que estiro mi brazo para tomarla por la cintura y acercarla a mi cuerpo. Cuando estamos completamente abrazados, le doy un beso en la comisura de su boca.

–Ves, pareces una vieja.

–Respétame –un golpe en mi pecho acompaña la respuesta.

–No te estoy irrespetando. ¿Quieres que lo empiece a hacer?

Se queda pasmada ante mi respuesta y puedo verla vacilar entre ceder a mi chiste o ignorarme.

–Félix, creo que es mejor irme a la casa y descansar.

–¿Me estás haciendo una propuesta indirecta? Qué lanzada, princesa.

Ella probablemente me mate por andar haciendo chistes tras otro, pero no lo puedo evitar.

–No te estoy haciendo ninguna propuesta –una falsa irritación empieza a emerger de ella, trata de zafarse de mi abrazo, la aprieto más contra mí, impidiéndolo–, deja el show.

–Da igual, no podía esperar menos de una vieja aburrida como tú.

Sus ojos conectan con los míos y la diversión es evidente en ella. Es tan bonita que no sé cómo no tiene miles de hombres y mujeres detrás de ella. O bueno, sí lo sé, para estar o intentar algo con Tania tienes que ser paciente y tener un aguante impresionante porque es tan terca.

Pero es perfecta para mí.

–Grosero.

–No seas aguafiestas, es solo un rato, te vas a divertir, vas a tener algo que contar, porque con esa vida tan aburrida –trato de hacer algo similar a un puchero que la hace sonreír–. Ay, ¿por favor me harás rogarte?

–Jodes demasiado.

–Y tú me haces rogar demasiado.

–Eres un rogón.

–Y tú una difícil.

Amor de carrera (Bilogía Carrera - libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora