2 - Fiesta de campeones

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Tania

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Tania

Si hay algo que pueda odiar más que perder una competencia, es el sonido de la alarma para despertarme. Ese sonido es lo más irritante y espantoso que existe en el mundo. Cada vez que suena, me provoca tirarlo contra la pared, pero recuerdo que la alarma está en mi celular y se me pasa. Me levanto con pereza; la competencia de ayer me dejó adolorida las piernas. Siento que corrí por un año entero sin parar. Me dirijo al baño (a ustedes no les interesa saber lo que hice en el baño, la verdad). Al salir del baño, escucho el teléfono sonando. En el identificador de llamadas está el nombre de mamá.

–Hola –contesto.

–Felicidades, no quisimos llamarte ayer porque pensamos que estabas cansada. ¿Todavía estás cansada? –dice hablando sumamente rápido.

–Estoy bien, mamá, solo me duelen un poco las piernas por todo el esfuerzo en las vueltas y eso, pero por lo demás, bien. ¿Vieron la competencia?

–Claro que sí, ¿cómo nos íbamos a perder un acontecimiento tan importante? Eso es imposible –dice. De fondo se escucha a papá gritando un "déjame hablar con ella". –Te voy a pasar a tu padre, creo que si no te lo paso, le va a dar una hernia.

–Felicidades, lo hiciste perfecto –dice papá al otro lado de la línea.

–Ni tan perfecto, tengo que mejorar en algunas cosas, pero todo salió bien una vez más.

–Sí, la competencia estuvo fuerte. Los competidores que ganaron en las otras categorías son muy buenos y van a competir contra ti para clasificar en la competencia contra países.

–Lo sé, son muy buenos y también imbéciles –recuerdo a Félix.

–¿Imbéciles? ¿Por qué?

–Por nada, tú tranquilo. En el campeonato de clasificación, les voy a ganar a los dos. Después de todo, tuve al mejor entrenador –mi papá fue mi entrenador por mucho tiempo. Él fue quien me introdujo al mundo del motocross. A él siempre le gustó todo este tema de las motos y el deporte. Al principio, mamá no estuvo de acuerdo con la idea de que yo manejara una moto, pero luego se dio cuenta de lo mucho que esto me gusta y aceptó.

Mi padre dejó de ser mi entrenador hace poco más de tres años, ya que ellos viven en Brasil y yo vine a Estados Unidos a terminar mis estudios escolares y a participar en algunas competencias.

–¿Vas a ir a esas fiestas que hacen en honor a los ganadores? –pregunto con curiosidad.

–Sí, Adela dice que es muy importante ir a eventos como este, ya que van a asistir algunos patrocinadores que quieren hablar conmigo sobre algunas campañas publicitarias. Supongo que es importante, ¿no?

–Sí, lo es.

–¿Qué te vas a poner? –pregunta mamá, supongo que quitándole el celular a papá.

Amor de carrera (Bilogía Carrera - libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora