16 - Guerra II

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Tania

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Tania

Quisiera saber como un ser humano puede ser tan basura, patético, ridículo, nefasto, pendejo y todos los insultos despectivos que existan. Como puede estar frente a nosotros mirándonos a los ojos después de lo que acaba de hacer, como nos puede enfrentar después de eso.

Todavía puedo sentir tierra en mis ojos, todavía puedo sentir él miedo y el susto de no ver nada, de tener esa incomodidad y ese desespero.

Pero no, para Marco todo esto parece un juego de niños pequeños, lo cual no somos y me doy cuenta que tan inofensivo no es.

–Todavía te duelen tus ojitos reina – sus mofas y sorna no pasan desapercibida, es un asco.

Félix el cual se encuentra a mi lado, al escucharlo hablar toma una posición frente a mi, tratándome como un escudo protector.

–Lárgate Marco, no te quedó lo suficientemente clara la amenaza de ayer.

–¿Era una amenaza? – se balancea sobre sus pies, tomando una actitud “tanquila” – pensé que era una advertencia.

–Yo no advierto, yo amenazó – ver a Félix con esa actitud es nuevo para mi, y me gusta ese instinto protector hacia mi –. A los imbéciles como tú uno los tiene que cortar de raíz, porque no entienden solo con advertencias.

–¿Crees que me das miedo?

–Yo no quiero darte miedo, solo quiero que te alejes, hazlo.

Las carcajadas de Marco inundad el lugar, el eco de sus carcajadas quedan atrapadas en el pequeño lugar, sus facciones se tornan macabras, despertando la furia de Félix puedo ver la ira brotando desde lo más profundo de su ser, solo lo he visto así dos veces y la primera no termino bien.

–No vale la pena – tiro de su brazo para que me ponga atención –. Es Marco, el no vale la pena.

Pasamos por su lado dirigiéndonos a la puerta.

–Deja de jodernos Marco o no respondo.

–Deja de amenazarme Anderson que no pienso ceder en esto.

–Ya vasta Marco, ¿que es lo que quieres? – estoy desesperada no va a parar nunca.

–Deme ganar en las carreras – la simpleza en su voz es espeluznante, lo detallo encontrando cual es la trampa cual es el chiste de todo esto, su cabello rubio esta despeinado de una forma desprolija, sus ojos café se ven aún más oscuros –. Deja que gane.

Esto es lo último que me faltaba para completar, esta loco maldita sea.

–Que es esta ridiculez, me estas diciendo que eres capaz de atentar contra la integridad de una persona ¡solo por unas malditas carreras! – la furia que antes tenia Félix pasa a mi – ¡Eres un maldito loco, enfermo!  

–¡Déjame ganar! – trata de llegar a mi.

–¡Aléjate de ella!

–¡No te voy a dejar ganar una mierda! – limpio una lágrima que se me escapo de la ira que siento –. ¡Las cosas no se piden, se ganan!

–Yo tengo más tiempo que tu en este mundo.

–Pero yo soy mejor que tú, y eso todos lo saben.

–¡Que no te acerques!

Lo siguiente que sucede es tan rápido que no me da tiempo a reaccionar, Félix se va contra Marco tirandolo al suelo y dándole ciertos golpes que lo tienen sangrando por la nariz.

–De igual forma ni aunque me quites el primer puesto vas a ganar, porque esperando la oportunidad para tener ese lugar siempre estará Félix. Él si es un competidor digno que no tiene que ir con jugarretas para obtener la victoria.

Me alejo de los vestidores, no me interesa separarlos y si Félix le quiere dar lo que se merece no lo voy a impedir.

Mientras voy caminando por el pasillo se me salen las lagrimas que tuve retenidas, no lloro por lo que me dijo Marco, lloro por lo podrida que está esta sociedad, es casi que imposible de creer que aún cuando crees que estás haciendo las cosas bien siempre habrá una persona pisando tus talones para joderte la vida, siempre habrá un alguien o un algo que aunque te vea triunfar te va a querer destruir.

Que tan podrida puede estar nuestra sociedad para que cada cosa por buena o por mala que hagas siempre le encuentren algo erróneo, es frustrante siempre vivir con miedo a que alguien te quiera joder.

Antes lo sabía Félix me lo dijo, pero ahora que está confirmado es abrumador.

Es abrumador que algo que tiene que resultar satisfactorio para mi, llegue una persona a destruirlo, a llenarme de miedo.

–Tania, Tania – siento la voz de Félix lejos a pesar de que siento su calor corporal envolverme – princesa mírame.

Sus manos a cada lado de mi rostro me devuelven a la realidad, al encontrarme con el verde de sus ojos encuentro paz y calma, eso que necesito en estos momentos.

–¿Esta mal ser la primera? ¿Esta mal ganar? – mi mirada se pierde tras de él en la oscuridad del corredor.

–No, claro que no, no esta mal ganar, no esta mal que seas la primera y no tienes porque cuestionarte eso, no puedes cuestionarte eso cuando has luchado tanto por esta allí.

–Tu también lo as echo.

–Lo sé, yo también me esforcé, pero nuemero uno solo existe uno y esa eres tú y nadie tiene derecho a cuestionar eso.

Tomo sus manos entre las mías, pero al rozar mis dedos con sus nudillos un chillido escapa de él. Sus manos están llenas de sangre.

–¿Qué te pasó?

–Corrección, que le paso a él.

–Félix es enserió – lo escaneo pero aparte de los rasguños de sus manos parece no tener más nada.

–Le partí la nariz, y el labio y creo que tal vez…

–Félix.

–Puede que le dislocara el hombro…

–No diré nada, solo salgamos de aquí ya me quiero ir.

–No, tu tienes que practicar – le hago un puchero tratando de convencerlo – no, aun no haces la vuelta perfecta.

–Esa maldita vuelta, siento que alguien me rezó para no poder hacerla.


***
Aquí esta la segunda parte del capítulo Guerra.

Espero que este capítulo sea de su agrado, no olviden votar y comentar.

Amor de carrera (Bilogía Carrera - libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora