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Blanca sostuvo las lágrimas como hizo todo el día y se largó de su habitación

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Blanca sostuvo las lágrimas como hizo todo el día y se largó de su habitación. Tenía que hacer comida para ella y su madre que era ahora mismo por único que debía preocuparse. Como ya sabía su hermana no estaba y le había dejado una nota en la nevera. Blanca la agarró 《Daniel y yo fuimos a cenar, nos vemos en la noche. Haz la cena para mamá》leyó y sintió frustración al saber que ya no tenía remedio. Blanca miró la nevera y el almacén ¿qué podría preparar? No sabía ya nada. Tenía la mente en otra parte, solo podía pensar en Jamal y como probablemente no volvería a hablarle. Sintió otra vez el nudo y ahí fue cuando vio paquetes de arroz en la mesa de la cocina. Jenna debió haberlos traído mientras dormía. Blanca camino a la mesa y agarró el arroz. Prepararía paella para ambas así que se puso en marcha.

Mientras servía la comida escuchó la puerta entonces se fue a abrirla y vio que es su madre. Venía alegre con unas cartas en la mano. Blanca la saludo. Tenía ganas de contarle lo de Jamal y el partido, pero era muy pronto. Blanca se sentó en la mesa con la comida servida y comenzó a comer. Su madre dejó las cosas en la mesa y se sentó con ella sin decir nada solo con una sonrisa.

— ¿paella? Hace tiempo que no la hacías, huele bien — dijo agarrando la cuchara. Blanca no dijo nada.

No es que supiera cocinar o que fuera la mejor cocinera, pero sabía cosas. Amaba ver recetas y de vez en cuando hacerlas. Su padre había sido el que le había enseñado a hacer la paella tal y como le gustaba a la familia. No le queda tan bien como a él, pero amaba hacerla porque recordaba cuando la hacía junto a él. Casi siempre la hacían los domingos e invitaban a los primos. Era lo mejor. Extrañaba mucho esos tiempos.
Su madre levantó la vista y Blanca jugaba con el arroz mientras pensaba.

— te vez triste ¿que te pasa? — preguntó dejando a un lado la cuchara.

Blanca la miró con ojos vacíos y suspiro.

— Es Jamal...— respondió con el mismo nudo en la garganta. - No tuve un buen día - continuó.

Su madre la observó apenada, pero se quedó en silencio.

— ¿qué haces cuando tienes un mal día?— preguntó en voz baja ignorando el nudo. Tomó algo de jugo para quitarlo.

Su madre pensó observando la habitación y luego se le formó una sonrisa.

— suelo hablar con alguien...contigo por ejemplo, puedes hablar con Ja...—

— No creo que eso ayude, lo hice esta mañana y terminé haciéndole daño — dijo enojada, pero enojada consigo misma entonces sintió las lágrimas correr.

La madre de Blanca se levantó y se acercó para darle un abrazo y consolarla. Luego se sentó a su lado.

— ¿qué le dijiste, cariño? — preguntó mirándola con preocupación, pero Blanca no quería decir nada. Sabía muy bien que había estado mal.

𝗚𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻 𝗯𝗼𝘆 | Jamal Musiala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora