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- ¿Saga, pasamos a comer algo después? – los desesperantes ruegos de Kanon, no le permitió almorzar a Aioros, y al haber desayunado poco, su estómago no se conforma con un sándwich que logro comprar en el camino.

- Kanon, invitara el almuerzo.

- ¿tengo cara de tener dinero?

- Te veo cara de desesperación que si me doy la vuelta te tiras de un puente.

- ¿podrás vivir con el cargo de conciencia?

- Probemos. – para evitar una pelea de jalones de cabellos entre los gemelos, Aioros se paró en medio de ellos.

- Dejen de intentar matarse hasta por el aire que respiran, resolvamos el problema rápido y los invito a comer.

- El buen samaritano ha hablado. – Kanon estaba insoportable y Aioros decidió ignorarlo.

- ¿Cuánto falta para llegar?

- Algunas cuadras.

Permanecieron en silencio las cuadras que faltaban. Todo era un mal entendido absurdo, Kanon, esperaba que las cosas regresaran a la normalidad una vez le aclare todas las posibles dudas a Sorrento en relación a que nunca ha intentado engañarlo o ridiculizarlo.

De pie frente a la puerta de color caoba en la casa de la familia de Sorrento, a Kanon le sudaban las palmas de las manos mientras se decía a si mismo que todo iba a salir bien. Le dio tres golpes a la puerta, deseando no haber sido muy brusco. Espero alrededor de un minuto una respuesta que nunca llego en lo que la incertidumbre lo estaba devorando y antes de volver a golpear la puerta, Saga toco su hombro.

- Hay timbre. – ¿podrá humillarse aún más en esta vida?

Kanon toco dos veces el timbre, controlándose para no ensañarse con el objeto. Un minuto, un miserable minuto le resultaba asfixiante y a cada segundo que pasaba se giraba para ver a su hermano con la mínima esperanza que de que lo apoye. Saga noto lo tenso que se encontraban los hombros del menor y le susurro un ''tranquilízate, todo estará bien". Aioros estaba distraído como niño de dos años, siguiendo con la vista a una mariposa que volaba alrededor de él.

Intento tocar el timbre una vez más, pero la puerta fue abierta por un niño de cabellera lila lacia y ojos grandes de color granate.

- ¿Sorrento?

- ¿Quién lo busca?

- Kanon. – el niño le cerró la puerta en la cara, estuvo a nada de aplastarle la nariz.

Como quien no sabe que está haciendo con su existencia se giró hacia su gemelo y novio con la expresión marcada de la incertidumbre.

Aioros le levanto el pulgar y saga murmura ''todo está bien''

Escucho la cerradura a su espalda y se giró para encontrarse con Sorrento y un cubo con agua, que lo refresco del calor de esa tarde.

- Buenos días Sorrento, te presento a mi gemelo y su novio. – saga y Aioros de pie, detrás de Kanon, secos, permanecieron asombrados por la reacción del menor. Al mayor de los gemelos ya se les estaban pelando los cables, después de procesar lo ocurrido y recordar la conclusión a la que llego en la primaria, solo él tenia el derecho de golpear e insultar a su gemelo, cualquier otro puede darse por muerto.

Aioros sujeto de la cintura a Saga para evitar más problemas.

Sorrento, de pie en la puerta su mirada iba de las personas que permanecían atrás de Kanon y a Kanon.

- Explícate.

- Olvide comentarte que tengo un gemelo.

- ¿Quién olvida eso?

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