13. La calma antes de la tormenta.

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Ojos fríos observaban desde la distancia su objetivo. Caballos muertos eran sus monturas, arañas monstruosas de tamaños grandes.

Miles y miles, se trataba de unos cuatro mil muertos que esperaban obedientes las órdenes del Rey de la Noche.

No atacaría si no supiera que aquello era una batalla ganada. Él estaba seguro de que vencería y uniría a los dragones a su guerra, que los usaría para acabar con el muro y con todo lo demás.

Todo comenzaría cuando la noche empezase, Anya había avisado al resto tras meterse en un cuervo; estaban aquí.

Lucerys se encontraba en los brazos de Aemond, quién dejaba varios besos por sus mejillas y frente. Aquello parecía una auténtica despedida entre ambos, cuyos ojos se veían cristalizados.

— Todo saldrá bien… Y si morimos, será juntos. ¿Lo prometes? — Lucerys cuestionó, su voz ligeramente temblorosa. Le daba horror perderlo pero peor sería una vida en la que viviera sin él.

— No vamos a morir. No pienses en esto. Aguantaremos. Peores batallas se han ganado.

Aemond lo aproximó un poco más para finalmente besar sus labios y succionarlos. Aquella tarde se mantuvieron inseparables en la casa a la que poco a poco se iban a unir el resto de su familia.

La mirada de Jason perdida en sus padres, a su lado Anya que juntó su mano con la adversa en un gesto cariñoso.

— Son adorables, ¿verdad? Aquí esto no es común pero verlos a ellos me hace preguntarme por qué no es tan común —Anya hablaba con curiosidad.

Jason en cambio la veía tan tranquila, tan apaciguada pese a todo lo lo que estaba por pasar. La contraria era valiente además de habil e inteligente. Su mano se sentía cálida sobre la suya, hacia que se estremeciese.

— Soy afortunado de tener a mis padres. Pueden ser los vuestros también, con Carl también. ¿Os gustaría ver Roca Dragón? ¡Es una isla preciosa…! El mar enorme a su alrededor, con cuevas increíbles, vegetación…

Carl que estaba a su lado alzó una ceja. Él no entendía mucho de la lengua común pero lo poco que entendió le llamó la atención. Le habló entonces a su hermana, esperando que tradujera.

— Dice que si vamos a Roca Dragón le tenéis que dejar llevar su lobo.

— Trato. Yo tengo a mi gato ahí, no tiene que ser muy diferente.

Los tres se rieron, emocionados con la idea de compartir casa. Jason se imaginaba casándose con Anya, teniendo bonitos bebés. Carl crecería entre sus queridos, aprendería de Lucerys la lengua común.

Helaena y Jacaerys estaban juntos en un silencio cómodo. Ella tenía en sus manos una araña congelada, helada por el invierno que había encontrado hacia varias noches, la cual había decidido conservar como una especie de señal oculta que el destino le había traído.

— La araña danzará con el lobo pero no llegarán al amanecer—le salió sin más aquello. En los primeros segundos embobada, no reaccionó, sin embargo enseguida cogió su cuaderno y empezó a apuntar. ¿Lobo? ¿Quién era un lobo? Lobo… danzar es luchar, lo tenía claro. No llegar al amanecer significaría no sobrevivir.

Jace la observaba apuntar pero no dijo nada en ningún momento, en cambio ella si.

Se alzó y caminó hasta Carl. Quizás fue duro decirlo, pero tenía que hacerlo.

— Vi tu muerte. No luches contra la araña con el lobo, deja que los jinetes nos encarguemos de ellas. Si luchas, morirás…

Tanto Antes como Jason habían parado de hablar para mirar hacía Carl, sin estar seguros de si había entendido o no.

𝐄𝐋 𝐔𝐒𝐔𝐑𝐏𝐀𝐃𝐎𝐑 / JACAEGON + LUCEMONDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora