N.10

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Estaba aturdido, la cabeza le daba vueltas, su vista estaba nubla por las lágrimas que seguían saliendo y un ojo entre cerrado por la hinchazón. Estaba asustado, nervioso. Trato de levantarse con inutilidad, pues sus piernas estaban temblando. Su cuello y garganta le dolían, sus manos tenían un ardor que entumeciá sus brazos, su cara dolia y su labio temblaba por la sangre que seguía brotando.

El dolor era tal que su estómago dio un vuelco repentino, arqueó su espalda hacia un lado para vomitar, su cuerpo estaba colapsando. Limpio sus lagrimas como pudo notando sus manos con un rojo carmesí que había dejado en su ropa y parte del suelo donde estaba. No sabía si toda esa sangre era de sus muñecas o parte de la que había vomitado hace unos minutos.

El suelo frío le dio el golpe de realidad, trató de levantarse con desesperación con ligeros quejidos agotados tratando de aferrarse a algo que pueda darle la más mínima seguridad.

—Te has portado muy mal.

Pronunció una voz, el solo escucharla le provocó un escalofrío en la espalda, tenía el corazón en la garganta y un incremento de temperatura en su cabeza considerable. Estaba aterrado, comenzó a arrastrarse lejos de aquella voz que provenía en la entrada de la puerta. Pero era imposible, el cuarto era pequeño con una luz casi nula.

Abrazo sus rodillas pegado a una esquina de la pared repitiendo constantemente que lo sentía, que lo dejarán en paz. No quería sentir más dolor incluso si eso involucra morir.

Sus pasos se escuchaban lentos y firmes sobre el suelo que resonaban en sus oídos. Abrió sus ojos con horror mirando como la sombra de la persona que entraba se apoderaba de su poca visión dejándolo más a ciegas. Se aferró a la ropa de sus pantalones al grado de arañar sus propias piernas.

Sintió un fuerte tirón en su cabello que lo levantó del suelo, tembloroso y sin fuerzas trataba de mantener el equilibrio en sus pies arañando la mano que le lastimaba el cuero cabelludo.

Un sudor frío que recorría cada parte de su cuerpo con un corazón que no para de latir como si fuese una máquina apunto de explotar.

—Por.. por favor.

Pidió con una voz destrozada casi inaudible, dándole a su agresor el privilegio de gozar por ese sufrimiento y el empoderamiento de ser alguien que pueda dominarlo.

Lo tomo del cuello lastimado y lo golpeó contra la pared con fuerza. Depósito un amargo beso sobre su mejilla sucia y húmeda con lágrimas y sudor, un beso que lo hizo chillar del horror. Lo soltó del agarre dejándolo caer de espaldas contra la pared sacándole un quejido de dolor.

Este por inercia tosió con fuerza por la asfixia, levantó la mirada con miedo sin poder ver su rostro por la obscuridad, este en silencio se dirigió a la puerta tocando el marco se dio la vuelta y con una mirada triste le hablo.

—¿Qué no puedes entender que esto me duele mucho más a mi que a ti?—Cuestiono con una voz entre cortada y los puños ligeramente apretados manchados de sangre con los nudillos rojos, mirando la miseria del chico. Tomo la perilla y cerró la puerta con fuerza.

Llevo una mano a su cabello alborotado y comenzó a alar por la desesperación, estaba destrozado física y emocionalmente, se sentía desprotegido e inútil, se dejó caer al suelo en posición fetal dejando que el sueño se apoderase de el por fuerte agotamiento mental y un dolor ardiente en todo su cuerpo.

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Moriría por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora