N.17

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Se levantó con violencia del charco tomando una bocanada de aire, tosió con fuerza tras haber tragado algo de agua, está vez había despertado boca abajo del charco, estaba oscuro, pero apunto de amanecer. Se sentó sobre sus piernas flexionadas abrazándose asi mismo, estaba helado y podía ver el vapor de sus respiraciones salir y perderse en el aire.

Su mandíbula se contrajo del frío comenzando a hacer que sus dientes choquen una y otra vez con rapidez. Miró a todos lados aún asustado de que aquella persona que lo apuñaló estuviera ahí.

«Alejate de tweek»

Esas palabras volvieron a resonar en su cabeza, su voz tan frívola e indescifrable de saber quién fue aquella persona que lo hizo y dijo. Frunció las cejas procesando esa oración. No sabía quién había dicho ello y porque, tampoco podía hacerse a la idea de quién podría ser la enferma persona que le quitó la vida de una forma tan cobarde.

Trato de levantarse, un golpe de paranoia así como su amigo rubio azotó su cabeza, si eso le sucedió a el no quería pensar si ese alguien también se lo hiciera a Tweek. Parte de su ropa estaba congelada por el frío chocando con su sopa mojada, camino lenta y dolorosamente apoyándose en unos árboles hasta acostumbrarse al dolor, movió su cabello hacia atrás y comenzó a caminar más rápido hasta llegar a correr, corría desesperado hacia la casa de tweek.

Asustado de que no estuviera ahí, corrió sin parar por las algo oscuras y vacías calles del pueblo sin detenerse en ningún instante. Sus piernas le pesaban, los pies le ardían, sus pulmones quemaban, su respiración estaba agitada, pero no podía detenerse, no iba a detenerse.

Se resbaló cayendo fuertemente de cara y se levantó con la misma velocidad con la que corría, su ropa ya no estaba húmeda, giro hacía el patio trasero del jardín, tomo una piedra y la lanzó a la ventana. Estaba tan alterado que no midió la fuerza y la rompió en el acto, fue un ruido tan fuerte que asustó a Kenny al instante, corrió a esconderse lanzándose hacia los arbustos por instinto clavándose unas cuantas ramas sobre su piel ocasionando que se quejara de su decisión. Logró escuchar un grito muy agudo, volteó para cerciorarse y en efecto, era Tweek.

«Ahi estás» pensó aliviado mirando por unos instantes una pequeña cabecita rubia asomarse por un costado de la ventana buscando a quien había sido quien le lanzo la piedra. Más tranquilo y cuando tweek estaba fuera de su mira se levantó con rapidez y volvió a correr para no ser visto por nadie.


—T, los gnomos no existen—Bramo divertido Kevin, causándole gracia a Douglas

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—T, los gnomos no existen—Bramo divertido Kevin, causándole gracia a Douglas.

—¡Si existen! Por años robaron mis calzones y ahora me lanzan piedras, esto es mucha presión—Apreto su cuello con sus manos comenzando a rasguñarlo por su ataque de paranoia, el auto lesionarse le generaba una extraña seguridad. Aveces unos malos hábitos se arraigan, y Tweek desde niño siempre a hecho eso.

Moriría por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora