IV

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Mi abuela había confeccionado mi traje de gala de equitación, llevaba un logo con un león y la inicial de nuestro apellido con una corona.
Me comían los nervios a medida que llegábamos al lugar de la exhibición.
Las calles cercanas al centro del pueblo estaban repletas de gente, era la feria más grande del estado y las exhibiciones de caballos era la atracción principal.
Luciano me ayudó a bajar de la camioneta, había tenido que tirar el hacha de guerra por el bien de mi abuelo, por ahora parecía estar todo en paz entre los dos.
La noche fresca y el cielo estrellado daban paso a una gran aventura.

—Nombre del caballo.
—Zafiro.-le respondí.
—Van a hacer la apertura, luego vendrán unas cuantas exhibiciones de otras fincas, al final volverás junto a otra chica...–sacó su celular–tengo que irme pero te darán más información pronto.-se fue.

Todo era caos y mucho movimiento.

—Tranquilo, amigo–lo acaricié–lo vamos a hacer increíble.
—Van a hacer la ceremonia de apertura–llegó de nuevo–en unos diez minutos aproximadamente.

Dejamos los caballos en su lugar y buscamos a mis abuelos.

Estaban elegantes y sonrientes.

Sonrisa que no le duraría mucho a mi abuelo al enterarse que teníamos que compartir estrado con los Schumacher.

—Ah, maldita sea.-toqué todo mi blazer.
—¿Qué pasa?
—Mi pin, no está.-comencé a ver el piso.
—¿No lo dejaste en la caballeriza?
—Iré a ver...
—Esta por comenzar la ceremonia.
—No tardo.
—Voy contigo.
—No, iré más rápido yo corriendo.

Salí disparada a la caballeriza donde estaba mi caballo.

Efectivamente, el pin de identificación estaba ahí tirado.

Lo levanté y me lo puse, cuando levanté la mirada, me encontré sus ojos azules viéndome expectante.

—Buena suerte ahí fuera.-habló.
—Muchas gracias.-le sonreí.
—Quise decírtelo antes pero tu perro guardián no deja de acechar.
—Luciano cumple órdenes–me reí–pero muchas gracias otra vez.
    Intenté salir pero tomó suavemente mi mano y sentí que perdí el equilibrio a pesar de llevar guantes.
—Te miras fantástica y hermosa en ese traje.
—Gracias, Mick.-sentí revoluciones por todo el cuerpo.

Liberó mi mano y continué torpemente mi camino al estrado.

Personas daban la bienvenida y anunciaban que la nieta de los Schröder estaba de vuelta.

Era gracioso porqué era yo y me sentía apenada de recibir tanta atención.

Después presentaron a los Schumacher, la mamá también estaba elegante, Gina iba en un traje de equitación parecido al mío y Mick en un traje a la medida azul marino de corbata que le sentaba increíble.
Apenas le había prestado atención a lo guapo que resultaba.
Pareció darse cuenta de mi mirada y la buscó pero me protegí agachando la cabeza y cubriéndome debajo del casco.
Después de que dieran por iniciada la feria, pude volver a la caballeriza con mi caballo.
Me hicieron saber que el acto final no solo lo haría con Luciano, también con Gina-Maria, la hermana de Mick.
      Subí al caballo, quién también estaba elegante para la ocasión.
Luciano tomó las riendas y nos llevó con cuidado a la puerta de salida, mis nervios estaban totalmente disparados al máximo. No era lo mismo entrenar en la comodidad de la finca a salir delante de un montón de gente que esperaban lo mejor de mi.
Bajé un momento para intentar recuperar el equilibrio. Mi caballo comenzaba a ponerse inquieto también y eso me preocupaba el triple.

—Oye, tienes que tranquilizarte–me pasó una botella de agua–tienes demasiada conexión con tu caballo y está dándose cuenta de que algo no está bien.
—Lo intento, Luciano, pero no esperé tanta gente ¿Y si decepciono a los abuelos?
—No lo harás, nunca lo harías, eres su niña y no entrenamos tanto para que te eches atrás.-sentenció.
—Voy a intentar calmar al caballo.
—Tienes cinco minutos... Te veo a la vuelta.-me abrazó.

OCEAN EYES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora