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No había sido capaz de ver a los ojos a mis abuelos, huí junto a Luciano cuando me dijeron que bajarían temprano a los caballos, ahí no podía negarse a dejarme ir.

—¿Estas bien?–interrumpió mi burbuja de paz–te noto dispersa desde la mañana.
—Sí, desventajas de tener TDAH.-encogí los hombros.
—¿El TDAH afecta también el sentido del humor?–lo miré irritada–¿En serio?
—Mi abuela está molesta conmigo, Luciano, ¿Ya?
—¿Por? Digo, me di cuenta de que algo pasaba pero no creí que fuera eso.
—Le contesté mal anoche, es todo.
—¿Por contestarle mal dio la orden de que no te dejáramos sola ni un momento?
—¿Qué?–la incredulidad en mi interior era superior a cualquier sentimiento–¿Estas tratando de sacarme información para completar el chisme?
—No pero no termino de entender, ¿Discutieron por algo?
—Cumple tu requerimiento de ser mi perrito faldero y siéntete satisfecho con ello.-dije con fastidio.

Me levanté de mi asiento improvisado y me refugie en la caballeriza con mi Zafiro.

Ahora tenía a todo el personal de la finca detrás de mi como una fugitiva.
Entendía su molestia y que no quisiera problemas entre mi abuelo y yo, ¿Pero pedirles que no me dejaran sola? Era una exageración.
Regresamos a la finca para alistarnos para la siguiente noche de shows.
No había sabido nada de Mick, había dejado un par de mensajes pero no había respuestas. Tampoco lo miré cuando llegamos en la noche al lugar del espectáculo, solo estaba su hermana pero no iba a hacer aparición en el ruedo, la iban a suplir.
Una parte de mi temía que también lo hubieran descubierto y ahora también estuviera en problemas como yo.
Pasé la noche sin pena ni gloria, había estado regular con un par de tropezones.

—Emma, acércate.
—Dime, abuelo.-me quité el casco.
—¿Hay algo que te haga sentir incómoda hoy?
—No.
    Pero parecía más pregunta que respuesta.
—¿Pasa algo con tu abuela que no esté dándome cuenta?
—No, de verdad, tuve una discusión por teléfono con mi madre y la abuela me hizo entrar en razón, aunque eso no me haya agradado en principio.

Qué mentirosa que era.

—Espero que sea así, no habrá exhibiciones los próximos dos días, espero que te sirvan para retomar la concentración.-sentenció.
—Sí, señor.

El resto de la noche, me dediqué a saludar a sus amigos y conocidos, cada que podía buscaba a Mick entre la gente pero no estaba.
Había visto a su mamá y a su hermana solamente pero a él no.
Luciano me compró comida y me busqué un lugar para cenar algo, casi no había probado comida en todo el día y lo agradecía.
Estaba demasiado concentrada en saborear cada bocado de mi hamburguesa cuando decidió aparecer.

—¿Eso es una hamburguesa de queso?
—Estas vivo.-respondí sin verlo.
—Ojalá no lo estuviera–se paró a mi lado–¿Me extrañaste?
—No–lo miré y sonreí–pensé que te habían descubierto.
—Casi pero todo bajo control.
—¿Estas bien?
—Hmm, regular, no hay noticias alentadoras desde Suiza.
—¿Suiza?
—Mi padre.
—Ah, no sé qué decirte la verdad.-dije con pena.
—Descuida, supongo que estoy acostumbrado–me sonrió–¿Como estás?
—Castigada.
—¿Por?–lo miré seria–es verdad, ¿Tu abuelo sabe?
—No, él no pero mi abuela me prohibió terminantemente andar sola por ahí, tengo a todos detrás de mi como si debiera algo.
—¿Y donde está tu abuelo?
—Ahí–señalé con la barbilla–viendonos desde que llegaste.
—Estoy causándote más problemas, ¿Cierto?
—No creo, ya me hubiera llamado.-encogí los hombros.
—Igual te doy espacio, no quiero tener que escalar hasta la torre más alta del castillo para verte.
—Tú sentido del humor es lo que más empeoró con el tiempo.
—¿Empeoraron otras cosas? Yo diría que mejoraron... Y bastante.-levantó las cejas.
—¿Por qué no te pierdes por el bosque?
—Ah, quisiera pero me lo sé de memoria, ¿No me quieres acompañar?
—Largo.-le aventé mi botella vacía de coca cola.
—Eso es agresión.-se tocó el pecho.
—Fuera de aquí...
—¿Me corres?
—Tu mamá acaba de llegar...
—¡Mick!
—Ahí está.-cerró los ojos.
—Mejor me voy.-me levanté de inmediato.
—Te escribiré cuando pueda.

OCEAN EYES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora