XXII

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Los días entre navidad y vísperas de año nuevo se habían ido volando al lado de mi familia, Mick y la encantadora Angela.

—Vamos al pueblo.
—¿Para?
—Para comprar unas cosas.
—¿Qué cosas?
—Cosas, Emma, levanta el trasero.
—Luciano, estoy viendo una película en la comodidad del sofá calentito y tú quieres sacarme al frío de cómo diez grados bajo cero para comprar cosas. Estas loco.
—Has estado como garrapata con Mick, tengo que aprovechar que no esta muévete.
—Me vas a comprar un pretzel y un café.-dije con fastidio.
   Apagué el televisor.

Me abrigué lo suficiente para salir al congelante frío.

Conducir en la nieve no era exactamente una de mis actividades favoritas, me ponía nerviosa en lo absoluto.

—¿Siempre sí nos iremos el tres?
—Supuestamente–encogí los hombros–solo están esperando que Justin firme los papeles pero no sé si alcanzara a llegar.
—Tengo que vaciar la casa también, probablemente tenga que venir con más tiempo después.
—¿Ya la compraron?
—No, no me convencen mucho los interesados.
—¿Por?
—No sé, no son el tipo de personas a las que le quiero vender mi casa.
—No entiendo pero si tú lo dices.
—Tengo algo que decirte...
—Ah ya decía yo.
—Anne me llamó ayer.
—Luciano, mañana se termina el año y después es mi cumpleaños. No me arruines los días.
—Quiere verme.
—Mañana le mando una foto y que de preferencia sea nuestra.
—Emma.-advirtió.
—¿Qué quiere? Es más, ¿Qué quieres? ¿Verla para tener sexo y después vuelva a decirte todas las estupideces que te dijo en navidad? Primero tiene que pasar un tráiler encima de mi.
—Yo no me opuse para que vieras a Mick.
—¿Perdón?–me ofendí al escucharlo–esta bien–levanté las manos–si te gusta comer mierda, adelante Luciano, comela pero luego no te quejes–se estacionó y me bajé de la camioneta–y te recuerdo que hiciste un berrinche del tamaño del mundo, idiota.-cerré de un portazo.
—Emma–escuché detrás de mi pero no detuve mi andar–te estoy hablando.-me jaló del brazo.
   Sabía de sobra que odiaba que me detuviera así.
—No me–me devolví a encararlo–jales así o te voy a patear el trasero, ¿Me escuchas?
—No la voy a ver, ¿Ya?
—No me interesa lo que hagas, por mi puedes meterte en un hoyo con estiércol que al parecer te encanta–le di toquecitos en el pecho con mi dedo–y la diferencia entre esa zorra interesada y Mick es que, él nunca me dijo cosas desagradables como que yo no estaba a su altura.
—Emma...
—Pero si te gusta que te maltraten, adelante no me voy a interponer más.

Lo dejé parado ahí sólo y caminé a la cafetería más cercana.

Ni siquiera sabía lo que había ido a comprar al pueblo o si todo era un plan para decírmelo fuera de casa y no lo amarrara en un establo lo que restaba del viaje.

Me entregaron mi café y salí, aún sentía el coraje recorrer mi cuerpo.

—Emma.-escuché su voz con determinación detrás de mi
   Cerré los ojos con fuerza, debía ser una broma.
—Ahora no, Anne.
—Tengo que hablar contigo ahora mismo.-se puso frente a mi.
—Yo no.-le sonreí.
—¿Cuáles son tus intenciones con Luciano?
—¿Perdón?–me reí–te aseguro que ser la señora Hahn no, yo es que seré la señora Schumacher.
—Deja de hacerte la tonta...
—Pero bueno.
—Luciano nunca me había rechazado, ¿Qué le dijiste?
—Yo le digo muchas cosas todos los días.
—Siempre supe que también te gustaba, nunca fue normal el tiempo que pasaban juntos. Desde el día que te conocí lo supe.
—Pues parecía que te caía muy bien cuando me conociste.
—Luciano es mío–podía ver el coraje en sus palabras–siempre lo será, lo quiera o no.
—¿Te estás escuchando lo que estás diciendo? Pareces una demente, busca atención psiquiátrica en el asilo de tu prometido.
—Te juro por Dios que te vas a arrepentir...
—Ay, Anne, no eres la primera que jura por tu dios que me voy a arrepentir de algo. Honestamente de lo único que me arrepiento es de no haberte echado a patadas el primer día que te vi.
—Luciano se va a arrastrar por mi y tú, tú te vas a arrepentir de meterte en medio de nosotros...
—¿Pero porque no te cállas ya? Caes mal, hartas.
   Hizo como que se me iba a echar encima pero Luciano llegó justo a tiempo y la detuvo.
—No te atrevas a tocarle un solo pelo a Emma.-la advirtió.
—Déjala–mi irá se elevó de inmediato–déjala que se me acerque la desgraciada.
—No van a hacer una escena frente a la gente...
—Eres una mosca muerta.
—Y tú una estúpida interesada.-la señalé.
—Igual de zorra barata que tu madre...
   Nisiquiera la dejé terminar, le aventé el vaso con café que tenía en la mano.
—¡No vuelvas a mencionar a mi familia!–Luciano me detuvo–no vuelvas a acercarte a nosotros o la que se va a arrepentir eres tú y lo sabes perfectamente.
—¡Eres una salvaje!
—Ay ya cállate...
—Suficiente por hoy–me tomó por la cintura y me hizo caminar–andando.
—No me toqu...
—Cállate y camina–me ordenó–y tú, mejor que tengas una explicación para todo esto cuando estemos arriba.-le advirtió a mi amigo.

OCEAN EYES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora