Epílogo.

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—Ni siquiera me dejaste hablar con él.-me defendí totalmente molesta.
—¿Y te parece que yo no me merezco explicaciones?
—Sí pero podías darme la oportunidad de hablar con él antes de echarlo.
—¿Cuándo pensabas decirme lo de las pruebas?
—Nunca porque no pasó nada.
—¿Y si sí?
—No pasó nada, fue todo una tontería y también tengo derecho a tener mi vida privada sin necesidad de darte explicaciones todo el tiempo y sino es mucha molestia, quiero estar sola.
—Como quieras, si quieres hablar con él adelante, no pienso volver a meterme en tu vida.
—Ya por dios, papá–me reí para no llorar–¿Me vas a tratar así? ¿En serio? Te desconozco totalmente.
—Estoy acostumbrado a que me oculten cosas...
—No te equivoques, yo no soy mi mamá, piensa lo que vas a decir. Estas arruinando los últimos momentos en esta casa por una estupidez que comenzó una persona que no tiene nada que ver con nosotros.
—Una estupidez que Luciano y Mick continuaron.
—Me da igual quién continuó que cosa, pero no te voy a pasar por alto lo que acabas de decir...
—Suficiente, James déjala tranquila ya, el problema no es ella son los muchachos.
—Mamá, por favor.
—Dije suficiente–estaba molesta, se le notaba–quiero irme de esta casa con el recuerdo agradable de la última vez, no con todos peleando. No me gusta que hayas echado a Mick sin más, yo respeté tu felicidad al lado de Amalia aún cuando no era de mi total agrado por... Muchas cosas, nunca me opuse a tu felicidad incluso si desde entonces se veía que era algo demasiado tonto. Respeta la felicidad de tu hija y déjala cometer sus errores y sus aciertos.
—Tengo que hablar con Luciano.-salí de mi propia habitación.

Llamé a su puerta y me abrió.

—¿Qué haces?
—Voy a pasar año nuevo en mi casa...
—¿Qué?–entré en estado de alarma–no, no puedes.
—No es por todo lo que pasó, Em, necesito hacer una inspección de mi antes de irme de aquí. Voy a estar bien, voy a volver a primera hora en tu cumpleaños.
—¿Estas seguro?
—Sí, te lo prometo.
—No me convences pero está bien.

Lo abracé fuerte, lo notaba raro pero quería respetar sus decisiones.

Toda la tarde platiqué con mi papá, necesitaba aclarar las cosas con él y terminó accediendo a que hablara con Mick.

A quién apenas le llamé, ya estaba afuera esperando por mi.

En la salida y entrada de la finca, se encontraron de nuevo, me quedé más fría que el clima esperando cualquier cosa de los dos.

Mick le extendió la mano, Luciano lo observó unos cuántos segundos pero terminó aceptándolo.

—Cuídala, está vez que sea de verdad.
—Así será.

Subió a su camioneta y se fue.

Hablé de nuevo con Mick, quién me pidió de cienmil maneras perdón por todo lo que había tenido que pasar sola por su mal manejo de las situaciones.

—Eso ya quedó en el pasado, ya quiero dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Se lo dije a mi papá también, todos estábamos en nuestros propios mundos y problemas, todos estábamos actuando bien y mal por nosotros mismos. Solo quiero seguir adelante.
—No tenías que estar sola y sufrir tanto por mi...
—Mick, ya no importa, ya pasó.

Me abrazó tomándome por sorpresa pero era su abrazo de Mick pequeño, lo reconocía.

Al final, papá dobló las manitas y Mick pasó con nosotros año nuevo.

Luciano me mandó un par de fotos de su cena, estaba bien y en parte me daba tranquilidad, también insistía en que no bebería una sola gota de alcohol y por ende, no llamaría a la bruja Anne.

Faltaban un par de minutos para la media noche, tenía sentimientos encontrados al dejar aquel año atrás pero sabía que solo quería seguir la vida de la mano de Mick.

La abuela comenzó a hacer la cuenta atrás con las chicas que animaban un programa en televisión.

—¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! ¡Dos!

Cuando la cuenta llegó a uno, me giré para abrazar a Mick pero me lo encontré hincado en una rodilla levantando un anillo en mi dirección.

—Feliz cumpleaños, ¿Te quieres casar conmigo?

Mis ojos se llenaron de lágrimas de inmediato al escucharlo.

—Yo...-sentía un mar de revoluciones dentro de mi.
—Solo dime qué sí.-me sonrió ampliamente.
—¡Obvio que sí!–salté a sus brazos–sí quiero, siempre quiero, ¡Sí!

Lo abracé con todas mis fuerzas.

Me puso el anillo y volví a abrazarlo.

—¿Estas llorando?
   María abrazó a mi papá al verlo.
—¿Cómo no voy a estar llorando si este se está llevando a mi bebé?
—Papá.-me reí.

Todos nos abrazaron y nos felicitaron.

Los fuegos artificiales seguían sonando afuera.

Después de un rato, salimos a ver el cielo estrellado acompañados de Angela.

—¿Entonces ahora sí serás la señora Schumacher?
—Ahora sí–me reí–ahora solo trataremos de hacer todo bien, por favor.
—No trataremos, lo haremos todo bien.
—No hacía falta otro anillo, tengo el que me diste antes...
—Antes no fue precisamente lo que queríamos, si iba a pedirte que te casaras conmigo, es para comenzar de nuevo y un anillo nuevo también es necesario para tal cosa.
—Te amo, ¿Lo sabes?
—Sí pero me gusta que me lo digas–me sonrió inocente–¿Estas llorando?–tomó mi cara entre sus manos y su expresión se convirtió en preocupación absoluta–oye, no.
—Es solo que estoy muy feliz porque estás aquí.
—Pequeña pero no llores, estoy aquí y me voy a quedar toda la vida, te lo prometo.

La nieve comenzó a caer de manera delicada sobre el paisaje.

Después de tanto tiempo, ahí estábamos, juntos de nuevo y comprometidos.

¿Quién lo diría?

Refugiada entre sus brazos, escuchando el latido de su corazón, los recuerdos invadían mi mente y derramaba un par de lágrimas cada tanto.

Un año tan loco que me dejaba marcada de por vida se había terminado pero comenzaba otro que prometía muchísimas aventuras... Aunque esta vez me emocionaba más porque todas y cada una de ellas serían con Mick Schumacher.

El amor de mi vida.

OCEAN EYES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora