El fin de semana había terminado con fuegos artificiales explotando sobre el cielo del desierto de Abu Dhabi y su increíble calor a finales de año.
Me seguía sintiendo un poco ajena a todo el mundo que rodeaba el trabajo de Mick pero me había visto motivada por una cosa: había gente hablando de mi sin conocerme. Y eso no lo iba a permitir jamás.
Si algo había heredado de mi madre, aparte de su rubio cabello y ojos azules, era su desvergüenza y ego cuando alguien intentaba hacernos menos.
Miré a Mick entrar al garaje, parecía que había corrido a pie por todo el desierto. Estaba sudado, con a cara roja, el cabello húmedo y su expresión no era la mejor de todas.—Mick.-su jefe lo llamó frente a todos.
—Ahora no, Guenther.-aventó el casco a su asiento.
El silencio incómodo en medio de tanto ruido y la tensión se palpaban.
—Los dos, vengan aquí.-también llamó al otro piloto.
—Mick–su compañero le hizo un movimiento con la cabeza–por favor.
—¿Y que nos va a decir? ¿Qué está harto de nosotros porque nunca damos resultados? ¿Nos va a gritar por última vez en el año como regalo de navidad? Nisiquiera empezaste la carrera, Mazeppin y yo terminé de último, ¿Qué puede querer?
—Suficiente–Jack lo interrumpió–andando, el show se terminó.
Lo sacó casi a empujones del lugar ante la mirada de todos.Corinna y Gina me invitaron también a abandonar el garaje.
—Es un desgraciado, ¿Qué quería? ¿Humillarlos?
—No sabemos, Gina.-su mamá le contestó.
—¿Emma?–una chica del equipo me llamó–te busca Mick.
—Sí–sonaba más a pregunta–permiso.-me disculpé.Subí a la habitación y toqué despacio.
—Hola–abrió la puerta–esta un poco alterado pero confío en que a ti sí te escuchará.
—Ya te estoy escuchando a ti Jack.
—Volveré en un rato.-me sonrió.No entendía que pasaba.
Entré y lo miré sentado con las piernas cruzadas encima de la camilla.
Tenía el entrecejo fruncido, él podía estar enojado pero a mí me resultaba demasiado tierno.
—Hola–no me respondió–¿Puedo?–me paré frente a él pero no cambió su expresión ni contestó–voy a poner mis manos aquí, ¿Esta bien?
—Estoy enojado, no tonto.
—Entonces contéstame cuando te hablo–cerró los ojos y suspiró–¿Me puedes hablar de lo que te pasa?
—No vale la pena abrumarte con...
—Mick–lo interrumpí–si antes no tenías con quién desahogarte o no te gusta hablar con tu ingeniero, lo entiendo pero estoy aquí para escucharte.
—Solo quiero irme de este maldito lugar–sus hombros se relajaron–estoy harto,aguanto porque no tengo mucha opción pero a estas alturas del año me tiene cansado todo.
—¿Qué te falta por hacer?
—Atender a los medios.-me miró sin entender.
—Ve, hazlo, luego regresa aquí y vámonos lejos.
—¿Tú y yo?–asentí y su cara se iluminó–¿Sabes que al decirme eso te voy a llevar realmente lejos donde no sepan de nosotros?
—La abuela me quiere de regreso para navidad, tenemos unos cuantos días.-encogí los hombros.
—No tardaré–se bajó de la camilla y me abrazó–te amo tanto.-me atrapó en un beso.
—Mick... Tienes... Termina el trabajo...
—Esta bien–se separó de mi–vuelvo ahora.-se encaminó a la puerta.
—Oye–se detuvo y me miró–voy a estar aquí esperando por ti, ¿Sí? Te amo.Su sonrisa era como ver a un ángel en medio del infierno.
Me asintió y salió de la habitación.
Miré su mochila deshecha, varias de sus cosas estaban tiradas en el piso así que me puse a recogerlas.
Su perfume me llenaba de paz, el aroma era indescriptible pero tan reconfortante.
Después de recoger sus cosas me senté a esperar que regresara y aproveché para llamar a papá.