Capítulo 11: Hermanos D'angelo.

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Narra Christian.  

1.

Me quedo mirando incrédulo la puerta que se cierra. ¿En serio se fue?. Espero unos minutos por si era broma pero veo que no. Lanzo un suspiro y me vuelvo a sentar en el sillón, increíble, estoy solo en el departamento de mi novia. 

Saco mi celular para revisar el chat del curso, mi amigo me avisa que estoy en un grupo de geografía con él, Madeline y Cain.

Yo. 

¿Con Madeline? ¿Me odias o algo? 

12:16 a.m.

El imbécil de mi amigo ve el mensaje a los segundos. 

Alex. 

Ella se unió, no fue mi culpa idiota. 

12:17 a.m.

Yo. 

Si me dejes solo con ella, te mato. 

12:17 a.m.

Alex. 

Jajaj trátame bonito sino ya sabes. 

12:18 a.m.

Le mando un mensaje con el emoji del dedo corazón y me desconecto. 

Veo la hora y supongo que ya se juntaron. La conversación con mis padres todavía ronda mi cabeza, nunca pensé que todo iba a suceder así.

El problema de tener a Caden en casa es este, todo se centra en él y su salud mental, e inconscientemente todos somos cuidadosos a su alrededor por no dañarlo más, lo vemos tomar remedios y tratar de levantarse cada mañana, obviamente nadie le quiere dar más carga a alguien que ya lleva la suya, pero es solitario para los demás. Él tenía amigos, pero en algún momento desaparecieron, de repente dejaron de ir casa y la personalidad de Caden empezó a decaer, cada vez menos conversador, menos vivaz, con menos iniciativa hasta convertirse en el actual Caden.

No quiero pensar más en eso así que me levanto del sillón y voy a la habitación de mi novia, me quito la ropa y solo quedo en bóxer. Me recuesto y solo veo el techo.

•••~•••

—Christian. Christian. Amor.

Abro los ojos desorientado y veo a mi novia moviéndome.

—Me quedé dormido — murmuro.

—Lo sé — se ríe — dame lado.

Me corro y ella se abraza a mi cuerpo buscando calor. Me quedo en silencio porque todavía estoy un poco dormido. Siento su cuerpo frío y recuerdo que fue con Caden.

—¿Lo viste?

—Sip.

—¿Cómo está?

No dice nada.

—¿Lexa?

—Tus padres hablaron con él sobre lo que pasó — me cuenta en voz baja — creo que deberías hablar con él.

—Lo haré — murmuro.

—¿Mañana vas a la secundaria?

—Sí, hoy falte y mi amigo me metió en un grupo horrible. No vuelvo a confiar en él. 

Se ríe.

—¿Por qué horrible?

Suspiro.

—En mi curso hay algunas chicas insoportables y justo tengo un trabajo con una. Me miran cómo si fuera comida — le cuento — es tan incomodo. Hay algunas que me hablan cómo si fuéramos cercanos y no lo somos. 

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