Capítulo 17

1.1K 177 20
                                    


El doctor examinó a Mina, nada de otro mundo, estudios de sangre, alguna tomografía y pequeñas observaciones de rutina. Los resultados arrojados por el examen de sangre eran más importantes que lo demás. Sana por su parte hizo todo lo que estuvo en sus manos para localizar a Momo, alfa que por desgracia no daba señales de vida.

―En ausencia de la esposa solo me queda hablar con ustedes― comentó el especialista.

―Díganos doctor ¿Qué resultados encontró? ―preguntó Sana, muriendo de curiosidad.

―Me tomé el atrevimiento de pedir su historial clínico a unos colegas del hospital central de Busan, al cotejar los resultados del último examen de sangre con el más reciente note algo sorprendente. ―las observó y prosiguió, ―El hemograma hecho a partir de este examen indica que la saturación y segregación de feromonas aumentó un cincuenta por ciento en comparación a su estudio anterior donde su frecuencia era realmente baja.

Cabe aclarar que ninguna de las dos alfas comprendía tantos términos médicos.

― ¿Eso es bueno? ―consultó Mina.

―Lo es, significa que su loba encontró a su otra mitad y ahora está más llena de vida. ―sonrió.

Las palabras del médico tranquilizaron a Mina, tanto como a Sana. Ahora solo faltaba una cosa. Y esa tenían que arreglarla con la omega.

―Doctor ¿Podemos ver a Nayeon? la alfa más joven le miró expectante.

No tardó en recibir un asentimiento del mayor. Las dos se encaminaron hacia la habitación en la que la omega se encontraba reposando, estable.

Ingresaron silenciosas, moviéndose a pasos lentos, una vez frente a ella, Mina no pudo evitar que una pequeña sonrisa escapara de sus labios. Aliviada, contenta y por encima de todo nerviosa.

―Nayeon... ¿Cómo te sientes? ―La alfa se acercó, tomando asiento a su lado.

―Como si un camión me hubiera atropellado. ―rio de su propio comentario con poca fuerza.

El doctor le hizo un breve resumen de la situación, explicando el gran descubrimiento ante el rostro atónito de la pálida omega.

― ¿Somos predestinadas? ―preguntó incrédula algo que se supone, le habían respondido minutos atrás.

―Sí, lo somos, por eso hay algo que quería decirte. ―Mina balbuceó nerviosa, sus manos temblaron un poco acariciando las de la omega. ―Me gustaría, mejor dicho, nos gustaría, ―habló por su loba también ―Que nos des permiso para iniciar el cortejo.

Sonrió, la vida les estaba otorgando una segunda oportunidad, tanto alfa como omega deseaban sacarle el máximo provecho a esta revancha.

Nayeon sonrió, a pesar de estar exhausta podía sentir sus mejillas ponerse cálidas y rojizas por la propuesta.

―Yo...Está bien, cortéjame. ―soltó una risita, el único cortejo que conoció fue el de Momo, razón por la que le parecía interesante volver a ser cortejada.

Una duda se hacía nido en su mente, se preguntaba si realmente la mujer que decía amarla fue capaz de marcar a otra persona. Suspiró, incapaz de dar una respuesta, desviando su mente al momento presente, solo queriendo disfrutar de lo que estaba sucediéndole.

Voces diferentes se escucharon provenir del pasillo, alguna más fuerte que otra. Una mujer, posiblemente enfermera, repetía varias veces que no hicieran escándalo, que no podían ver a la paciente. Todas las que permanecían dentro del cuarto con Nayeon voltearon hacia la puerta, la misma Im lo hizo.

La puerta de madera barnizada se abrió, dando paso a una alfa de buena estatura, cuerpo con músculos promedio, porte autoritario y conducta un tanto agresiva. La omega sintió su piel palidecer de asco, decepción y sorpresa. Momo se presentó ante ellas, alterada, con la omega que ejercía de su amante tratando de tranquilizarla.

―Aléjate de mi omega, pedazo de mierda. ―habló captando la atención de una Mina a la defensiva, cerca de Im e indispuesta a moverse de su lado.

―La que debe irse eres tú, bastarda, y de paso llévate a la niña inmadura contigo. ―habló refiriéndose a Chaeyoung.

―Conmigo no te metas, impotente. ―se defendió la omega.

―Que caraduras, ¿No te da vergüenza venir después de follarte a mi esposa? Perdón, futura ex esposa. ―Escupió Nayeon, dolida, con decepción expresada en sus ojos cristalizados.

―Tal parece que Mina ya te conmovió con sus lágrimas de cocodrilo. ―murmuró Son en tono de burla.

― ¿Para qué vinieron? Váyanse las dos ―Nayeon miró a quien en algún momento juró amar. ― ¿Acaso no ves como estoy por tu maldita culpa? No me siento bien, Mina y yo nos hemos apoyado estos días ¿Qué podían hacer las cornudas más que consolarse mutuamente?

Esas palabras fueron una daga en el corazón para Momo, quien se acercó de forma retadora a Mina.

―No lo volveré a repetir, te quiero lejos de MI omega. ―remarcó el "Mi" apretando los dientes.

― ¿Tu omega? Te informo que estás frente a su alfa predestinada, ya no pintas nada aquí, solo una decepción en su vida.

Tras aquellas verdades dolorosas el puño de Momo se estrelló en la mejilla de Mina. Por primera vez la loba de Nayeon le arañó por dentro, desesperada por ayudar a su verdadera alfa.

― ¡Basta! ―Nayeon se levantó de la cama, las alfas eran tan fuertes que ni siquiera podían acatar las órdenes del médico.

Nayeon se colocó delante de ellas, entre medio de las dos. Solo mirando a Mina y tomando su mano.

―Déjala, no vale la pena pelear, solo quiere provocarte. ―le dijo concentrado en calmar a su loba.

―Tienes razón, dejaré que esto quede así solo por ti. ―la acompañó de regreso a la cama.

Hirai lloró impotente, no sabiendo qué hacer ante el rechazo inminente de su omega. Claro que la loba de Nayeon estaba dolida, odiando a la alfa en cuerpo y alma, pero sabía que se debían una buena plática. No en ese momento ni en ese lugar pero de alguna forma debía suceder.

El médico miró con detenimiento el cuello de Chaeyoung, este poseía tres marcas en diferentes zonas, cualquiera de ellas podía llegar a pertenecer a los colmillos de Hirai Momo...

Infidelidad [Adaptación Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora